La mochila de Juan
“No solo de pan vivirá el hombre, sino también de toda palabra que salga de los labios de Dios” (Mateo 4:4).
Imaginemos una historia: la de un niño llamado Juan, quien ve a su madre que llega del supermercado. La ve recoger su mochila y la ve en la cocina haciendo algo. Pero en lo único que piensa es en la escalada que hará con sus amigos al día siguiente.
Por la mañana, la madre ya está en el coche llamando a su hijo:
–Juan, ven pronto. No olvides tu mochila. Todo lo que necesitas está en ella.
Juan toma su mochila y rápidamente se sube al auto. Por la noche, cuando regresa a casa, confiesa a sus padres que la experiencia no fue tan buena como imaginaba.
–¡El lugar estaba genial! Caminamos mucho. Tenía un muro de escalada de noventa grados. ¡Estaba buenísima! Pero debería haber comido más antes de salir de casa. Tenía hambre a la mitad del día. Para empeorar las cosas, en el camino de regreso nos detuvimos en una cafetería, y no tenía dinero.
–Pero puse dinero en tu billetera… y un montón de almuerzo en tu mochila.
–¡Nooo! –admite Juan, al abrir su mochila y notar que todo estaba ahí, al alcance de la mano.
Quizás estés pensando: “Eso nunca sucedería”. ¡Por supuesto que abriría esa mochila en algún momento del día! Por más difícil que sea creer que alguien actuaría de esa manera, así es como lo hacen muchas personas en relación con la Palabra de Dios: tienen la Biblia, pero ni siquiera la abren. La vida cristiana es una escalada. A lo largo de la vida necesitamos aliento, sabiduría para batallar con diversas situaciones y corrección cuando estamos en la dirección equivocada. Dios ha puesto todo lo que necesitamos en su Palabra.
¿Cuánto tiempo pasas leyendo la Biblia? ¿Vamos a mejorar ese promedio?