La generación Z
“Me acuerdo de la fe sincera que tienes. Primero la tuvieron tu abuela Loida y tu madre Eunice, y estoy seguro de que también tú la tienes” (2 Tim. 1:5).
En una conferencia magistral, el rector de la Universidad Panamericana de México, el doctor Antonio Lozano, hizo referencia, con cierta preocupación y como mentor de la juventud, a la llamada “generación Z”. Esta se define como una generación posmilenial; son los jóvenes que nacieron en el apogeo de la tecnología, entre los años 1995 y 2000. De acuerdo con el doctor Lozano, lo que caracteriza a esta generación es un espíritu emprendedor en busca del éxito, pero con un grado muy alto de incertidumbre y ansiedad, generado por el miedo al futuro y la desconfianza en sus propias competencias. Esto ha sido causante de debilidad psicológica, lo que no les permite crecer, en el sentido humano del término.
No hay duda de que la juventud tiene la fuerza para mover el mundo en todos los aspectos. Debemos cuidarla; responsabilidad que recae, sobre todo, en los padres y los encargados de monitorear su crecimiento y su desarrollo. El factor no incluido, o excluido de la generación Z, es Dios. La fuerza y la intensidad de la juventud les hace perder de vista al Creador y sustentador de todas las cosas y de todos los seres vivos. Es, pues, nuestro deber ante Dios y ante la sociedad recordarles su origen, día a día, con paciencia y bondad, para que descubran su destino final y no sean simples vagabundos que vagan sin el “GPS divino”.
Invito a las madres, profesoras y mentoras a que oremos por nuestra juventud; caminemos con firmeza por el camino derecho y dejemos huellas claras y precisas, por donde los jóvenes puedan llegar sin incertidumbre a ser hombres y mujeres exitosos en este mundo, listos para el venidero.
Timoteo tuvo una madre y una abuela piadosas; Ester tuvo un pariente de visión; David tuvo un padre que le dio dirección; Samuel tuvo una madre abnegada que lo entregó en las manos de Dios, y Jesús tuvo a María como madre, quien seguramente fue inspiración para cumplir su misión terrenal.
Cuidemos a nuestros niños y jóvenes. Quizá sean parte de la generación Z, pero definitivamente son parte de la generación que ayudará a acabar con la incertidumbre humana, al ser usados por Dios para señalar con valentía el camino que conduce al reino de los cielos.