Despedida y bendiciones
“Jacob vivió diecisiete años en Egipto, y llegó a la edad de ciento cuarenta y siete años” (Génesis 47:28).
Llegó el día en que Jacob enfermó y sabía que pronto iba a morir. Génesis 49 es un discurso de despedida y las palabras de bendición que dijo a sus hijos. De este discurso podemos aprender algunas lecciones:
Primero: Rubén, Simeón y Leví perdieron la oportunidad de destacarse en la historia de Israel por graves errores que cometieron en su juventud. Pablo escribió el siguiente principio: “No se engañen ustedes: nadie puede burlarse de Dios. Lo que se siembra, se cosecha” (Gál. 6:7). La influencia de estos tres personajes no fue la mejor para sus descendientes. ¿Qué hábitos estás practicando hoy? ¿Cómo usas tu tiempo? Si quieres disfrutar de muchos éxitos en el futuro, practica buenos hábitos y sé disciplinado.
Segundo: siempre es bueno recordar las bendiciones de Dios. No necesitamos llegar al final de un año o envejecer para recordar cómo Dios nos ha guiado. El final de un día es un buen momento para agradecer a Dios por su cuidado y todo lo que nos ha dado.
Tercero: este capítulo serviría como inspiración cuando los descendientes de Jacob se multiplicaran y se contaran por millones. Entonces, se convertirían en una nación, pero al principio las circunstancias no serían favorables, porque serían esclavos por muchos años. En ese contexto, las palabras del patriarca Jacob les recordaría cuál era su futuro glorioso. Hoy la lectura de la Biblia nos recuerda nuestro futuro: estar con Dios por la eternidad.
Finalmente, este capítulo destaca símbolos de Dios y lo que él puede significar para cada uno de nosotros. Por ejemplo, en Génesis 49:24 él es el Fuerte de Jacob. Un fuerte tiene el propósito de proteger a toda una ciudad. Podemos vivir confiados en la protección que nos da. Dios también es el Pastor que nos guía y nos conduce como a un rebaño, nos cuida del mal y nos da todo lo que necesitamos.
Dios también es la Roca de Israel. Una roca da estabilidad y seguridad. Cuando estamos sobre una roca, nuestros pies están seguros, y no resbalan. Jesús es la Roca de la salvación y el mejor fundamento. Él es confiable y nunca cambia. Dios, que ayudó a los patriarcas de la antigüedad, nos sostiene y nos guía hoy.