El diario de una joven
“Jehová es mi pastor, nada me faltará” (Salmo 23:1, RVR 95).
Ana Frank no se propuso escribir un libro. Lo único que hacía era anotar sus pensamientos en un pequeño cuaderno que tenía con ella cuando se escondió.
Tras la llegada de los nazis al poder en Alemania, Ana y su familia se trasladaron a Ámsterdam. Para entonces, vivir en Alemania era mortal para los judíos, pero nadie esperaba que Holanda fuera capturada por los nazis. Pero, en 1940, los alemanes invadieron también ese país y, poco a poco, se fue estrechando el cerco alrededor de los judíos que vivían allí, y les fueron quitando sus libertades. El padre de Ana, Otto Frank, escribió a parientes, a amigos y a funcionarios, tratando de encontrar una manera de que su familia abandonara Holanda para ir a un lugar seguro, pero nadie pudo ayudarlo.
Finalmente, en julio de 1942, los Frank tomaron una decisión. Subieron una escalera y, por una puerta secreta ubicada tras una estantería, entraron en un pequeño anexo situado encima del despacho de Otto Frank. Allí vivieron con otros cuatro judíos durante los siguientes dos años, ayudados por los vecinos de la familia Frank que vivían en el piso de abajo y, a escondidas, les pasaban comida y otros suministros.
Pero, sus días estaban contados. Un informante holandés avisó a la Gestapo sobre los refugiados judíos y, el 4 de agosto de 1944, la policía secreta nazi hizo una redada en el lugar. Todos fueron arrestados y enviados a los campos de concentración de Auschwitz, en Polonia. Allí soportaron hambre, humillaciones e incluso torturas, mientras esperaban que la guerra terminara. Pero Ana no lo consiguió. Murió de tifus en marzo de 1945, unos meses antes de que el campo de concentración fuera alcanzado por los aliados.
En Holanda, unos amigos registraron las habitaciones donde Ana y sus padres se habían escondido y encontraron el diario de Ana. Otto Frank sobrevivió a la guerra e hizo publicar el diario en 1947 bajo el título El diario de una joven. Desde entonces, se ha traducido a más de cincuenta idiomas. Las personas reprimidas de todo el mundo se sienten alentadas por el valor de Ana durante el sufrimiento. Esta famosa frase del diario muestra su espíritu esperanzador: “A pesar de todo, sigo creyendo que la gente es realmente buena en su corazón”.
Hoy, el escondite de los Frank en la tienda de la familia ha sido convertido en museo. Gente de todo el mundo viene a ver el lugar donde una niña escribió su testimonio de fe en medio de una increíble e inhumana crueldad. Algún día, los fieles a Dios sufrirán una persecución semejante, pero esa no debe ser nuestra mayor preocupación. Dios nos ha asegurado que estará con nosotros en esos momentos.