Aserrín, aserrán
“El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas?” (Rom. 8:32, NTV).
Un amigo mío recientemente recibió un automóvil BMW de regalo. ¡De verdad! Un par de días atrás, me vino a visitar y me lo mostró: 0 kilómetro, último modelo. Ese día, a mi amigo se le acalambraron las mejillas de tanto sonreír. Cuando abrió el baúl, noté que la compañía que le había regalado el automóvil también había incluido un maletero de techo. Lo habían puesto en el baúl, listo para cuando él quisiera instalarlo. “¡Guau! Hasta incluyeron el maletero”, le dije a mi amigo, sorprendida. “Sí, ¡pensaron en todo!”, respondió él. Aunque en ese momento me sorprendió, si una compañía está dispuesta a cubrir el costo de un BMW deportivo de lujo, realmente no va a reparar en el costo de un maletero.
Muchas veces miramos a Dios con recelo y desconfianza. Pensamos que escatima recursos y bendiciones, que es un poco tacaño. Creemos que Dios va a tratarnos como la gente trató a los maderos de San Juan. ¿Te acuerdas de la canción para niños? Los pobres carpinteros de San Juan “piden pan, no les dan; piden queso, les dan hueso, y les cortan el pescuezo”. No estoy segura de cómo el enemigo consiguió que nos tragáramos esta mentira; Jesús dijo claramente que Dios es extraordinariamente generoso: “¿Quién de ustedes, si su hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pescado, le da una serpiente? Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en el cielo dará cosas buenas a los que le pidan!” (Mat. 7:9-11, NVI). Dios no repara en gastos. ¡No te canses de pedir! ¡No desistas!
El apóstol Pablo escribió: “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas?” (Rom. 8:32, NTV). En otras palabras, si Dios el Padre nos dio un BMW deportivo y de último modelo, ¿realmente crees que no nos dará un maletero? Si confiamos en Dios para salvarnos, ¿no confiaremos en él también para bendecirnos con lo que necesitamos cada día?
Señor, tú eres generoso y jamás me negarías algo bueno. Por esto puedo poner mi vida y mis sueños en tus manos confiadamente. Puedo estar tranquila porque tú siempre das de más, no de menos.
Amen