Bendiciones sin límite
«Nuestros graneros están llenos, repletos de toda clase de alimentos. Nuestros rebaños aumentan por millares, por miles y miles en nuestros campos». Salmo 144: 13
La violencia los hizo salir huyendo de sus tierras para salvar la vida de sus hijos. Quedarse en medio de la guerra que se estaba librando en aquellos campos era exponer a sus hijos a ser reclutados como combatientes. Llegaron a Barranquilla y se ubicaron en una zona denominada Barranquillita, al lado del Caño de la Ahuyama. Aquella era una zona muy pobre y peligrosa. Armaron allí una vivienda improvisada con plásticos y cartones. Dormían en el suelo de tierra casi uno encima del otro. Tenían que vigilar a los niños en las noches para evitar que las ratas los mordieran. El esposo trabajaba durante el día en el mercado, cargando bultos, y aprovechaba para recoger todo lo que estuviera tirado en el suelo y en los tanques de los desperdicios.
La situación empeoró cuando el marido enfermó y murió. Así quedó la esposa sola con sus hijos, en una ciudad desconocida sin siquiera saber dónde quedaba una iglesia adventista. Ahora era padre y madre al mismo tiempo. Fue al mercado e hizo el trabajo de su esposo por varios días. Con el dinero compró algunos utensilios y los ingredientes necesarios para preparar envueltos de maíz. Ese fue su trabajo de allí en adelante. En las noches que pasaba en vela cuidando a sus hijos de las ratas oraba pidiendo misericordia a Dios. Oraba para que la ayudara a encontrar la iglesia.
Un día, mientras caminaba con su niño en una calle desconocida vendiendo sus envueltos, encontraron un templo adventista. El sábado fueron felices al culto. Allí conocieron al pastor, quien se interesó por ellos. Dios comenzó a manifestarse en su favor. La iglesia les construyó una vivienda pequeña pero segura, les consiguió camas con sus colchones y otros utensilios. Animada por la provisión divina reanudó la tarea que más disfrutaba hacer en la iglesia: la obra misionera. Toda la iglesia quedó asombrada por la capacidad de testificar de aquella familia. Eran grandes ganadores de almas.
Muchas personas fueron conducidas por esta familia a los pies del Salvador.
Al darle el primer lugar a Dios en su vida y trabajando arduamente, la provisión abundante de Dios no se hizo esperar.
Hoy es dueña de una casa cómoda y grande, y de una panadería. El mensaje de @Dios para ti hoy es: «Yo soy el que suplo tus necesidades diarias».