Osito desobediente
“Hijos, obedezcan a sus padres como agrada al Señor, porque esto es justo” (Efesios 6:1, DHH).
Los guardabosques del parque Yellowstone del norte de los Estados Unidos fueron testigos de una situación inusual entre una osa y su osezno. Era una tibia tarde soleada, y mamá osa se dispuso a tomar una siesta en la ladera de una colina e hizo que su hijito se acostara a su lado. Pero él no tenía ningún plan de dormir la siesta; se retorció y logró zafarse con planes de salir a pasear. Su mamá lo volvió a traer a su lado y lo sostuvo firme.
El oso se quedó quietito por un rato hasta que mamá se durmió. Casi cuando él mismo se estaba quedando dormido, comenzó a olfatear un tentador olorcito a miel que provenía de una hondonada cercana, donde los cocineros de una hostería solían tirar los desperdicios de su restaurante. De manera suave se movió y retorció hasta que logró liberarse del brazo protector de su madre. Y entonces bajó al galope la colina hasta llegar al basural. Y su olfato no lo engañaba… Allí había un baldecito vacío de miel con algunos sabrosos restos para lamer.
El osito comenzó a lamerlo por fuera, donde estaba chorreado. Pero donde más quedaba era en el fondo. Empujó y empujó hasta que logró llegar con su hocico al fondo. Sus orejitas se trabaron en el borde. Pero eso parecía no preocuparle. Siguió lamiendo hasta que no quedó ni una partícula de miel. El problema apareció cuando quiso sacar la cabeza del balde.
Tironeó, pero no pudo. Entonces comenzó a berrear desesperadamente. Su mamá despertó y reconoció el sonido familiar. Descendió corriendo la colina y solucionó rápidamente el problema sujetando con una zarpa al osito y, con la otra, sacando de un tirón el balde. ¡Qué dolor para el oso! ¡Sus orejitas casi se fueron con el balde!
Y aquí viene la parte curiosa: mamá osa se sentó y puso al osito boca abajo y comenzó a darle palmadas mientras lo “regañaba” en voz baja.
Cuentan los guardabosques que, luego de ese incidente, el osito no se despegó más de su mamá.
Querido amigo, no seas como el osito. Sigue el consejo del versículo de hoy.
Gabriela
(Adaptación del relato “El 5° mandamiento en lenguaje osuno”, de Fern Chubb, El Amigo de los niños, año 21, tercer trimestre de 1968, N° 31).