Cree
“—¿Cómo que ‘si puedo’? —preguntó Jesús—. Todo es posible si uno cree” (Mar. 9:23, NTV).
Todo comenzó cuando Becky Murray vio a una nena de nueve años, Felicity, caminar descalza por las calles de Sierra Leona.
Inmediatamente, Becky compró un par de ojotas para Felicity, por solo cincuenta centavos, y la invitó a asistir a la campaña de evangelización que tendrían a la noche en una gran carpa. Esa noche, Felicity regresó y le preguntó a Becky: “¿Debo esperar en el hotel?” Becky no entendía a qué se refería la niña, y le dijo que la campaña estaba por comenzar y que podían caminar juntas hacia la carpa. Solo cuando Felicity respondió: “Sí, ¿pero no debería esperar en tu habitación del hotel?”, Becky comprendió lo que estaba sucediendo. En su pobreza, la niña creía que Becky deseaba recibir favores sexuales a cambio de las ojotas. Ese día, Becky prometió que haría su parte para detener el abuso de niños.
Luego de un período de preparación, Becky participó en otro viaje misionero, pero esta vez a Kenia. Al llegar, Becky continuó orando y Dios le dijo que debía comprar un terreno. Ella no tenía dinero, pero le contó su sueño a un pastor local. Mientras hablaba, los ojos del pastor se llenaron de lágrimas y le dijo: “Acabo de heredar un terreno y Dios quiere que te lo dé”. Aunque tenía el terreno, Becky no tenía dinero para los gastos de construcción. “De repente, tuve que confiar en que Dios me daría una enorme cantidad de dinero”, me dijo Becky mientras me contaba su historia. “Yo nunca antes había necesitado tener una fe tan grande…
Tuve momentos de dudas en los que me preguntaba si Dios realmente me había hablado”. Pese a sus miedos, Becky continuó avanzando por fe. Gracias a una serie de milagros grandes y pequeños, ella recibió todo el dinero que necesitaba para construir su primer hogar de niños.
En la actualidad, su organización “One by One” (Uno por uno) tiene hogares de niños y escuelas en tres países: Kenia, Pakistán y Sri Lanka. “El enemigo es tan astuto que, si puede evitar que des un paso de fe, si puede convencerte de no hacer aquello a lo que Dios te llamó, lo hará. Si puede detenerte antes de que empieces, lo hará”, me dijo Becky. ¡Hay tantos milagros de los que no formamos parte porque no damos un paso de fe! Tenemos poco poder para transformar el mundo porque nos atrevemos a poco, apostamos a lo seguro y no a la fe. Esta mañana recuerda que hay cientos de niños como Felicity que tienen una vida diferente porque Becky se atrevió a creer.
Aumenta mi fe, Señor. ¡Yo quiero servirte más!
Amen.