Las iguanas de Darwin
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Génesis 1:1, RVR 95).
¿Cómo se inició la idea de la evolución, y de qué modo se convirtió en una parte tan fuerte del programa de ciencias de muchos países, incluido Estados Unidos, una nación fundada sobre ideales cristianos? Es una historia larga y ha causado muchos problemas a los cristianos.
Durante miles de años, la gente creyó que los dioses eran los responsables de la creación del mundo. Y entonces, llegó el Renacimiento, una época en la que la gente empezó a debatir todo desde la perspectiva de la ciencia y la lógica. Charles Darwin fue uno de esos científicos. Había estudiado Medicina y Teología en la Universidad de Edimburgo, en el Reino Unido, pero había perdido el interés por ambas ramas del saber. Entonces, un amigo lo invitó a navegar con él en un crucero de cinco años por el Pacífico, con el objetivo de estudiar la vida salvaje desde una perspectiva científica. Darwin dijo que sí, y nunca miró atrás.
El 15 de septiembre de 1835, desembarcaron en las famosas Islas Galápagos, donde Darwin empezó a desarrollar lo que sería su teoría de la evolución y de la selección natural. El libro de Darwin, El origen de las especies, sugiere que las formas de vida inferiores evolucionaron con el tiempo hasta convertirse en formas de vida superiores. Sus conclusiones se basan en el estudio de pinzones y de iguanas, entre otras criaturas. Al mismo tiempo, muchos otros científicos estudiaban la geología y la biología, tratando de responder a la pregunta: ¿De dónde vino la vida? Lamentablemente, no acudieron a la Biblia para obtener sus respuestas. Durante los últimos 150 años, se ha aceptado casi universalmente que la evolución tiene como la base la ciencia, y se enseña como tal en el ámbito educativo. Sin embargo, aceptar la teoría de la evolución requiere de fe, al igual que la creación.
Ahora, muchos distritos escolares públicos dicen que es un error enseñar la teoría de la evolución sin la opción de enseñar también el creacionismo. Los gobiernos estatales recuerdan a las escuelas que la enseñanza de la creación es ilegal porque impone la religión a niños que no la desean. Sin embargo, cada vez más escuelas públicas exigen que se les permita enseñar la creación junto con la evolución.
Lo interesante es que el propio Charles Darwin tenía dudas sobre su teoría. ¿Y nos sorprende? La verdad es que, si se conoce al Dios de la Biblia, es mucho más fácil creer que él creó los cielos y la tierra. Y hay otra ventaja también. El mismo Dios que nos creó nos ofrece un hogar eterno en la Tierra Nueva. Ese es un trato que no puedes rechazar.
