“Me mostrarás la senda de la vida”
“Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo, delicias a tu diestra para siempre” (Salmo 16:11).
En 1955, Jorge Luis Borges fue nombrado director de la Biblioteca Nacional de Argentina. Un año después, él ya era consciente de que su capacidad visual se había reducido de forma considerable. Borges consideró como un privilegio irónico que, a pesar de sus graves problemas visuales, Dios le hubiera dado la oportunidad de dirigir una de las bibliotecas más importantes del mundo. En su Poema a los dones lo expresó con estas palabras:
“Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche.
De esta ciudad de libros hizo dueños
a unos ojos sin luz”.⁵²
Libros y ceguera no compaginan; sin embargo, a veces “la maestría de Dios” se manifiesta de formas insospechadas. En nuestro humano interés por saber y controlar todo nos cuesta entender que los caminos de Dios suelen desafiar nuestra lógica. Al extraviarnos en “los torpes laberintos de la razón” perdemos de vista que Dios escribe recto en renglones torcidos. Lo que nos parece una desgracia, nos da una perspectiva que de otra manera no tendríamos, mostrándonos la senda de la vida como verdaderamente es. En un precioso himno, al final de uno de los capítulos más enjundiosos de la Biblia, Pablo cantó: “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor?” (Rom. 11:33-35, RV60).
Una de mis declaraciones favoritas del libro El Deseado de todas las gentes es esta: “Dios nunca conduce a sus hijos de otra manera que la que ellos elegirían si pudiesen ver el fin desde el principio, y discernir la gloria del propósito que están cumpliendo como colaboradores suyos” (p. 197). Dios conoce con precisión nuestra condición actual.
En medio de las ironías que vivimos, como el salmista podemos reclamar esta promesa: “Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo, delicias a tu diestra para siempre” (Sal. 16:11). Dejemos que nuestro Padre nos muestre el camino. Y lo que ahora vemos como una desgracia se convertirá en un manantial de gozo.
52 Jorge Luis Borges, Poesía completa (Barcelona: Lumen, 2011), p. 111.