Jueves 18 de Agosto de 2022 | Matutina para Adultos | ¿Renunciar a mis sueños?

Jueves 18 de Agosto de 2022 | Matutina para Adultos | ¿Renunciar a mis sueños?

¿Renunciar a mis sueños?

“ ‘Ustedes traen animales ciegos para el sacrificio, y piensan que no tiene nada de malo; sacrifican animales cojos o enfermos, y piensan que no tiene nada de malo. ¿Por qué no tratan de ofrecérselos a su gobernante?’ ” (Malaquías 1:8, NVI).

Si, al igual que yo, has escuchado un discurso de graduación, ya sabes cuáles son las expresiones que por lo general el orador usa para motivar a los estudiantes: “Sueña en grande”; “No desistas de tus sueños”; “Sacrifica todo para lograr tus sueños”.

Tuvo que haber sido muy extraño, por lo tanto, escuchar a Andy Nash –pastor y profesor adventista– exhortar a un grupo de graduandos de secundaria a renunciar a sus sueños. La experiencia la relata él en su artículo “Desiste de tus sueños” (“Give up your dreams”, Adventist Review, mayo de 2015, p. 58). Nash explica que su consejo no consiste en que no tengamos aspiraciones, o que no nos esforcemos para alcanzarlas. Es, más bien, que no permitamos que esos sueños lleguen a ser tan importantes en nuestra vida, que ocupen en nuestro corazón el lugar que solo corresponde a Dios.

Hacia el final de su discurso, Nash les pidió a los graduandos leer esa noche el capítulo uno de Malaquías. ¿Por qué Malaquías? Porque ese primer capítulo habla, precisamente, de entregar a Dios lo mejor: “Ustedes traen animales ciegos para el sacrificio”, dice Dios, “y piensan que no tiene nada de malo. […] ¿Por qué no tratan de ofrecérselos a su gobernante?” (Mal. 1:8, NVI).

Lo que ni los sacerdotes ni el pueblo entendían era que un sacrificio, por definición, “duele”; es decir, “cuesta”. En palabras de Nash, “significa que estamos ‘soltando’ aquello a lo cual queremos aferrarnos, para colocarlo en las manos de Dios”. Pero que el sacerdote consumía una porción de lo sacrificado. ¿Qué clase de carne comía el sacerdote cuando el animal que había ofrecido estaba enfermo?

Cuando entregamos a Dios lo mejor, él nos devuelve también lo mejor. Cuando le damos al Señor lo mejor de nuestros talentos, recursos, o sueños, además de honrar su nombre, estamos permitiendo que él queme nuestra ofrenda con el fuego de su Santo Espíritu, y nos devuelva una porción, refinada con su bendición. ¡No permitamos que lo mejor que tenemos nos aleje de Dios, en lugar de acercarnos más a él!

¿Cuál es tu sueño más preciado? Este es el consejo de Nash: confía a Dios lo mejor que tienes, y luego prepárate para observar lo que él es capaz de hacer.

Amado Padre celestial, en este momento te entrego mis sueños más queridos. Quiero que seas tú, y solo tú, quien ocupe el primer lugar en mi corazón.

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