Mentalidad esclava
“¿No te basta que nos sacaste de Egipto, una tierra donde fluyen la leche y la miel, para matarnos aquí en este desierto, y que además ahora nos trates como a tus súbditos?” (Núm. 16:13, NTV).
Durante la rebelión iniciada por Coré, dos cabecillas de la conspiración —Datán y Abiram— se negaron a presentarse ante Moisés para resolver la disputa. En lugar de hablar con él cara a cara, enviaron una respuesta insolente, pero muy reveladora: “¿No te basta que nos sacaste de Egipto, una tierra donde fluyen la leche y la miel, para matarnos aquí en este desierto?” (Núm. 16:13, NTV, énfasis agregado). Ellos describieron Egipto, la tierra de su esclavitud, con las mismas palabras que Dios había usado para hablar de la Tierra Prometida: “Prometí rescatarlos de la opresión que sufren en Egipto.
Los llevaré a una tierra donde fluyen la leche y la miel” (Éxo. 3:17, NTV, énfasis agregado). Después de presenciar tantos milagros en el desierto, ¿cómo es posible que Datán y Abiram describieran a Egipto con tales palabras? Porque, aunque sus cuerpos eran libres, sus mentes permanecían esclavas y encadenadas al pasado.
La libertad requiere responsabilidad. Ya que en Egipto eran esclavos, una mera propiedad de sus amos, los israelitas no estaban acostumbrados a la responsabilidad de sus propias vidas ni a confiar en la provisión divina. Sus amos los maltrataban, sí, pero también les daban de comer. Había cierta seguridad en esa relación abusiva y tóxica. El teólogo Rousas Rushdoony, en su comentario sobre Números, escribe: “En este punto, Israel se parece a muchas sociedades modernas: quería todas las ventajas de la esclavitud, y la libertad al mismo tiempo. La esclavitud […] ofrece seguridad, mientras que la libertad demanda responsabilidad y está llena de riesgos. Una mentalidad esclava desconfiará de la libertad de Dios”.
Hay áreas de nuestras vidas en las que nos aferramos al pasado, no porque este sea mejor de lo que Dios quiere darnos, sino porque demanda menos riesgo y responsabilidad personal. Hoy te invito a que dejes atrás la mentalidad de esclava, a que desaprendas las malas costumbres. ¡Acepta la libertad y la responsabilidad que Dios te ofrece hoy!
Señor, te pido que renueves mi mente. Quiero salir de la esclavitud mental y recibir la libertad en Cristo. Acepto mi responsabilidad en este proceso. ¡Avanzaré hacia donde tú me guíes!
Amén, avanzare hacia donde tu me guíes