Escogidas por Dios
“Ustedes no me escogieron a mí, sino que yo los he escogido a ustedes y les he encargado que vayan y den mucho fruto, y que ese fruto permanezca” (Juan 15:16).
Hay algo peculiar que hacemos las mujeres cuando vamos al mercado. Por lo general, con mirada cautelosa y pequeños toques, vamos escogiendo los productos más frescos, maduros y menos dañados que podamos encontrar. Esta tarea no es tan simple como algunos pudieran imaginar; escoger implica comparar y descartar. Es una labor que requiere cuidado y buen juicio. Así es como escogemos los seres humanos, pero ¿cuál es el criterio que usa Dios para escogernos? ¿Qué vio en ti o en mí que nos hizo, a su juicio, dignas de ser escogidas? ¿Fueron nuestras capacidades, nuestro aspecto físico, nuestros estudios o nuestra profesión? Obviamente, no. Fue su gracia.
Leemos en Efesios 2:1 al 9: “Ustedes estaban muertos a causa de las maldades y pecados en que vivían, pues seguían los criterios de este mundo […]. A causa de eso, merecíamos con toda razón el terrible castigo de Dios, igual que los demás. Pero Dios es tan misericordioso y nos amó con un amor tan grande, que nos dio vida juntamente con Cristo cuando todavía estábamos muertos a causa de nuestros pecados […]. Por la bondad de Dios han recibido ustedes la salvación por medio de la fe. No es esto algo que ustedes mismos hayan conseguido, sino que es un don de Dios. No es el resultado de las propias acciones, de modo que nadie puede gloriarse de nada”.
Dios nos ha elegido simple y llanamente por su misericordia y su gran capacidad de amar; es un don, un regalo. No es nada de lo que podamos gloriarnos, sino todo lo contrario. Ahora bien, ¿qué haremos nosotras con ese regalo? Elena de White escribió: “Se necesitan mujeres para trabajar, mujeres que no estén engreídas, sino que sean mansas y humildes de corazón, y que trabajen con la mansedumbre de Cristo donde pueden hallar algo que hacer por la salvación de las almas” (Servicio cristiano, p. 37). Esta es la manera de responder a la elección que Dios ha hecho: con mansedumbre y humildad hacer algo por la salvación de las almas.
En la pasarela del mundo hay muchas mujeres con altas calificaciones, pero Dios, en su infinita bondad, nos escoge por amor para salvación, y nos pide únicamente humildad para dejarnos usar por él. Es así como llevaremos mucho fruto, y como nuestro fruto permanecerá.