Escuchar
“Préstale mucha atención y obedece sus instrucciones” (Éxo. 23:21, NTV).
Cuando estudiaba consejería pastoral, hicimos una dramatización sencilla. Yo hice el papel de un miembro de iglesia emocionalmente angustiado y un compañero de clases hizo de consejero pastoral. Compartiría mis problemas con él y él me ayudaría con su sabiduría.
El profesor me entregó un trozo de papel describiendo la razón por la que había buscado la ayuda de un pastor y… ¡comenzamos!
Al principio, bromeamos un poco, pero luego mi amigo dijo cortésmente:
–¿Qué puedo hacer por ti?
–Bueno, pastor –comencé a explicarle–, ya no siento la presencia de Dios en mi vida como antes. Quiero decir, sentía que Dios lo guiaba todo en mi vida, incluso cuando las cosas se hacían difíciles, pero últimamente Dios se ha vuelto invisible para mí.
Mi compañero no me interrumpió, pero comenzó a hablar de inmediato cuando terminé y me lanzó un texto bíblico. No sé exactamente por qué, pero si aquella hubiera sido una verdadera sesión de asesoramiento pastoral, tengo el presentimiento de que no habría logrado un gran cambio en mi vida como feligrés.
–Bueno, gracias, pastor –le dije–, pero no sé. Oro y leo mi Biblia prácticamente todos los días, pero siento que algo me falta.
El pastor no pareció captar el mensaje. Si su gancho derecho fue ineficaz, ahora me lanzaba un golpe alto (un pasaje creo que de las Epístolas). El intercambio continuó: él cayendo en lugares comunes y yo intentando explicarle que mi dilema necesitaba más que un mero vendaje bíblico.
Nos llevó varios minutos, pero cuando el profesor dijo que el tiempo se estaba terminando, creo que mi amigo estaba empezando a entender. Al igual que alguien que busca el apoyo y la sabiduría de un pastor de verdad, yo no necesitaba que me recordara ningún versículo de 2 Tesalonicenses, sino un oído empático. Necesitaba a un amigo que me escuchara y no una galleta de la fortuna.
Todo el mundo sabe escuchar, pero por lo general aún los más hábiles solo saben escuchar a una sola persona: a ellos mismos. Creemos entender a los demás, pero lo cierto es que no tenemos ni idea. Ofrecemos consejos que solo hacen que nuestros amigos se sientan más desconectados. En cuanto a mi compañero de clases, tuvo la oportunidad de practicar sus técnicas antes de pasar a la realidad y causar daños reales.
Después de todo, lo que la gente quiere es que se la escuche.