La Tierra Prometida
“Es inútil que te esfuerces tanto, desde la mañana temprano hasta tarde en la noche, y te preocupes por conseguir alimento; porque Dios da descanso a sus amados” (Sal. 127:2, NTV).
Cuando Lana Vásquez descubrió que en Bangkok, Tailandia, los niños se compraban y vendían por trescientos dólares estadounidenses, supo que debía hacer algo. Lana tenía solo 24 años y, dejando atrás una vida de adicciones, se había convertido al cristianismo recientemente. Sin embargo, aceptó el desafío de viajar a Tailandia para ayudar a una pareja de misioneros que estaba construyendo un hogar de niños. En un principio, Lana planeaba quedarse solo unos meses, pero se convirtió en la directora del hogar y comenzó a cuidar de 52 niños en riesgo. Con el tiempo, Lana y su equipo expandieron su ministerio, e incluyeron campañas preventivas, de rescate y de restauración emocional. Hoy, su organización, “Life Impact International” (Impacto de Vida Internacional), ha dedicado más de 17 años a rescatar niños de la trata de personas.
Tuve el privilegio de charlar con Lana, y ella me relató uno de los momentos más desafiantes de su experiencia: “Años atrás, éramos la única organización que aceptaba bebés. Los bebés estaban siendo vendidos por 18 dólares estadounidenses en la frontera. El gobierno nos llamaba y nos decía: ‘Tenemos otro bebé’. Yo tenía cerca de sesenta niños en aquel entonces, y apenas podía alimentarlos”. Lana y los niños estaban hacinados en una pequeña casa alquilada y ella no tenía suficiente dinero para comprar arroz. Entonces, unos amigos de la universidad la invitaron a pasar unos días con ellos. Mientras charlaban, Lana les contó su sueño de edificar un hogar nuevo con un patio grande para que los niños jugaran. Juntos, calcularon que Lana necesitaría cerca de medio millón de dólares estadounidenses para edificar este hogar. Lana se fue a dormir triste ese día. ¿Cómo podría juntar ese dinero?
Sus amigos la despertaron abruptamente a la mañana siguiente. ¡Habían encontrado a dos personas dispuestas a donar dinero para construir el hogar! “Sentí que Dios me decía: ‘Hice todo esto mientras dormías; no hace falta que te estreses. Estos son mis niños. Solo ten fe y obedéceme’ ”, me contó Lana. Avancemos con fe y obediencia hoy. A Dios no le faltan recursos.
Con las donaciones, Lana compró un terreno (que iba a ser usado para construir un burdel) de más de diez hectáreas, construyó un hogar para los niños, y lo llamó “La Tierra Prometida”.
Señor, te agradezco porque cuando tú me das una herencia espiritual y un llamado, también me capacitas y suples mis necesidades. Confío en ti. Tú das descanso a los que amas.
Hermosa historia. Dios les bendiga 🙏♥️
Amén, avanzar con fe y obediencia, a Dios no le faltan recursos., gloria a su nombre por ello. Amén