La carrera de tu vida
“He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, me he mantenido en la fe” (2 Timoteo 4:7, NVI).
¿Has participado en una carrera? ¿Ganaste una medalla? La única vez que lo intenté, no llegué muy lejos. Igualmente, recuerdo la pasión de los corredores y la emoción con que las personas que estaban al costado de la pista los animaban. Pero más emocionante es llegar a la meta.
Derek Redmond es un atleta británico retirado. Durante su carrera, registró récords y ganó medallas, pero su trayectoria deportiva fue marcada en los Juegos Olímpicos de Barcelona, en 1992. El mundo entero vivió uno de los momentos más impresionantes de la historia olímpica.
Desde joven, Derek había soñado con ganar la medalla de oro en la carrera de los 400 metros. Trabajó duro para ser parte de las Olimpíadas y llegó a las semifinales. Era uno de los favoritos y empezó a correr la carrera de su vida. Al dar la última curva, sintió un dolor intenso en la pierna y cayó. El músculo se había roto. Mientras los médicos corrían hacia él, Derek luchaba por ponerse en pie. A pesar del dolor y de que estaba eliminado, quiso continuar y terminar la carrera. Comenzó a saltar en una sola pierna en dirección a la meta final.
Entonces un hombre dejó su lugar en las gradas, corrió hacia Derek y le dijo:
–No tienes que hacer esto.
–Sí, tengo que hacerlo –contestó él.
–Entonces lo haremos juntos –dijo Jim Redmond, su padre, y se mantuvieron juntos hasta llegar a la meta.
La multitud había quedado en silencio, pero al ver su perseverancia, todos se pusieron de pie, y ante el aplauso y los gritos de ánimo de todo el estadio, Derek Redmond llegó a la meta. No ganó la medalla de oro, pero salió de allí como un ganador. Su perseverancia hizo que su padre, al verlo en problemas, dejara su lugar en las gradas y bajara para ayudarlo a terminar la carrera. Este suceso es uno de los más recordados de los Juegos Olímpicos contemporáneos, y ha sido utilizado para reforzar el espíritu olímpico.
La vida es como una carrera: pueden aparecer obstáculos, pero tenemos una gran multitud de testigos que nos estará animando; un Padre celestial que nos ama y nos ayudará cuando estemos en problemas; un Salvador que dejó su lugar celestial para bajar a la Tierra y acompañarnos en la carrera hasta la meta final. ¿Llegarás a la meta en la carrera de tu vida?
Magaly