Jueves 23 de Diciembre | Matutina para Mujeres | Belleza en el desierto

Jueves 23 de Diciembre | Matutina para Mujeres | Belleza en el desierto

Belleza en el desierto

“Acuérdense de todo el camino que el Señor su Dios les hizo recorrer en el desierto durante cuarenta años, para humillarlos y ponerlos a prueba, a fin de conocer sus pensamientos y saber si iban a cumplir o no sus mandamientos” (Deut. 8:2).

El soldado camina en medio del desierto con su fusil al hombro. Sus pasos se hunden en la arena seca y el aire caliente forma en su fren­te gruesas gotas de sudor que se deslizan perezosas hasta llegar al cuello de la gruesa chaqueta de combate. El día es incierto; la jornada, larga; el adies­tramiento, agotador e intenso. Además, el enemigo está cerca.

El soldado mira al cielo y le pregunta a Dios por qué permite tanta devas­tación y ruina. Al bajar la cabeza, resignado, sus ojos húmedos encuentran la mejor lección de vida: una pequeña flor se yergue hermosa hacia el cielo. ¡Está floreciendo en medio del desierto! ¡Rodeada de arena seca! ¡Sin agua por ninguna parte!

En un medio totalmente árido, los pétalos de esa flor se abren a la vida. Los ojos del soldado capturan esa imagen, que queda grabada para siempre en su retina y en su alma, recordándole que, en el lugar menos pensado, hay vida; no mera supervivencia, sino vida hermosa, plena y en abundancia. 

Cuando nosotras atravesamos nuestro desierto particular en la vida, mu­chas veces pensamos que Dios nos ha olvidado, y lo asumimos como un cas­tigo. En ocasiones, interpretamos su mano como una mano vengadora, y nos resulta difícil darnos cuenta de que su mano amorosa se extiende para sos­tenernos y darnos aliento.

La vida en este planeta es como un transitar por el desierto. Los problemas nos agobian, las crisis azotan nuestro estado de ánimo, la fatiga debilita nues­tra fe y perdemos la esperanza. Para llegar a la tierra prometida, debemos cruzar antes este desierto, pero quiero recordarte esta mañana que no lo cru­zamos solas. Así como el soldado de la historia, un excombatiente en la gue­rra de Irak, encontró vida en medio de un entorno de muerte, así nosotras, en el desierto de la vida, encontramos el oasis que es Dios.

¿Estás atravesando un desierto de pruebas, problemas y congojas? Busca a Dios; él está ahí. Pronto verás las fronteras de la patria celestial y tu triste vagar por este desierto habrá terminado. ¡Estarás en casa!

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