Las solteronas no existen
“Tú, Señor, eres todo lo que tengo; he prometido poner en práctica tus palabras” (Sal. 119:57).
Las mujeres solteras, aproximadamente después de los 30 años de edad, enfrentan desafíos que otras jóvenes no tienen. La cultura, en la mayoría de los países latinos, sugiere que, al llegar a la tercera década de la vida, toda mujer debe encontrarse ya en una relación amorosa de pareja seria, con miras al matrimonio. Si esto no ocurre, en la mayoría de los casos se piensa que algo no está bien con esa joven, y se intensifica la presión social. A veces esta presión viene de los mismos padres; también de los amigos y de otros familiares que, en tono de broma pero con una intención seria, preguntan insistentemente a la mujer cuándo habrá boda. Es entonces cuando una soltera sabe que la empiezan a encasillar y a etiquetar como “solterona”.
Se supone que el término “solterona” se refiere a esa mujer que no cuida su cuerpo, que es aburrida y una frustrada en el amor, que tiene gato o perro, y que desarrolla un genio agrio por la amargura que le produce el no haber “pescado marido”. Esto, obviamente, son prejuicios injustos que reflejan una visión negativa de la realidad.
Esto puede suceder a los 20, a los 30, a los 40 años, o después, o nunca. ¿Qué sentido tiene encasillar a estas mujeres? ¿Para qué poner etiquetas que, en realidad, son estorbos que limitan el desarrollo personal? Además, las etiquetas y las presiones sociales pueden llevar a una mujer a tomar decisiones apresuradas que poco después supongan un fracaso.
Será bueno que las mentoras de las mujeres jóvenes no midan su éxito en función del estado civil. Deben motivarlas a estar más preocupadas por encontrar los propósitos de Dios para su vida, que a encontrar un hombre para casarse.
Querida señorita, estar soltera no es un problema. Si has llegado a cierta edad, no permitas que nadie te etiquete ni te presione. Disfruta de tus amistades, prepárate para ser productiva y, sobre todo, usa tu tiempo para desarrollar compañerismo con Cristo. Dios sabe lo que te depara la vida y será mejor de lo que imaginas.