Sacrificar el confort
“Queda claro que no es mi intención ganarme el favor de la gente, sino el de Dios. Si mi objetivo fuera agradar a la gente, no sería un siervo de Cristo” (Gál. 1:10, NTV).
Aceptar más responsabilidades de las que puedes manejar, no compartir tu verdadera opinión, hacer comentarios aduladores, no poner límites… ¿Te suena familiar? Son cosas que hacemos cuando intentamos complacer a todos. A simple vista, esta conducta podría parecernos generosa. Podríamos engañarnos pensando que lo hacemos por el bien de los demás, cuando en realidad estamos siendo egoístas.
Hace un tiempo, tuve una charla con una amiga para aconsejarle que pusiera límites en su relación con otra amiga. Debo admitir que postergué y evité esa conversación durante meses. ¿Por qué? Porque tenía miedo de que ella pensara que yo tenía celos de su relación. Me demoré porque estaba intentando proteger mi reputación. En Nice [Agradable], Sharon Hodde Miller escribe: “Seguir a Jesús implica seguir a un hombre que dijo duras y sorprendentes verdades, que fue honesto con sus discípulos incluso cuando dolía, que condenó la hipocresía de los fariseos y volcó las mesas del Templo”. Para seguir a Jesús, tenemos que amar a los demás lo suficiente como para sacrificar nuestro confort y poner nuestra reputación en juego.
Considera la vida de los profetas que fueron odiados y rechazados por su mensaje: Jeremías fue arrojado a un pozo y se hundió en el lodo (Jer. 38); Jezabel odiaba a Elías e intentó matarlo (1 Rey. 19); Daniel fue echado en el foso de los leones (Dan. 6); de Amós se dijo que la Tierra no podía sufrir sus palabras (Amós 7:10). La lista podría continuar y continuar. ¡Jesús mismo fue acusado de estar poseído por el demonio! (Mat. 12). Sin embargo, aunque despreciados y perseguidos por aquellos a quienes querían ayudar, todos ellos se mantuvieron fieles a la verdad.
Cuando observamos la vida de Jesús, emerge un claro patrón: el amor sacrificado. Miller reflexiona: “Su amor produjo coraje, y su coraje sacrificio, lo que implica que no podemos pretender ser su pueblo si no estamos dispuestos a seguirlo en esto”. Hoy Jesús nos invita a amar a los demás con coraje e integridad. Hoy podemos seguir sus pasos y aprender de él.
Señor, ¡gracias, porque Jesús es nuestro ejemplo en todo! Quiero aprender a amar como él, con coraje e integridad. Hoy abro mi corazón a tu enseñanza, y con humildad recibo tu instrucción. Hoy busco tu favor, y no el de la gente. Amén.
Amen