Una respuesta ananá
“Les responderé antes que me llamen. Cuando aún estén hablando de lo que necesiten, ¡me adelantaré y responderé a sus oraciones!” (Isa. 65:24, NTV).
Sucedió un martes por la tarde, en mi casa. Estábamos juntas orando, como cada martes de los últimos siete años. Pedíamos especialmente por una joven que estaba enfrentando una situación muy difícil. Además de orar, habíamos intentado llamarla y visitarla para ayudarla, pero ella ignoraba nuestros mensajes y llamadas. No sabíamos si debíamos insistir, o respetar su decisión y alejarnos.
Mientras mi amiga Anne oraba y le decía a Dios que ella quería ayudar, pero no sabía si debía seguir insistiendo, un pensamiento vino a mi mente: Deberíamos pedirle a Dios una señal clara; algo inesperado, como un ananá. No me animé a compartir este pensamiento mientras orábamos. Aunque estoy intentando oír la voz de Dios cada día, reconocerla requiere práctica. A menudo dudo y no estoy segura del origen de mis pensamientos; si provienen de Dios o de mi propia imaginación. Además, aunque sé que Dios puede comunicarse a través de señales, no me parece buena idea depender constantemente de ellas. Pese a mis dudas, cuando terminamos de orar les conté a mis amigas: “No sé si esta idea es de Dios o no.
Pero, mientras orábamos, se me cruzó el pensamiento de que debías pedirle a Dios una señal clara para saber si él desea que sigas insistiendo; como ver un ananá en un lugar inesperado, o algo así”. Al día siguiente, nuestro grupo de oración de WhatsApp tenía varios mensajes interesantes. Anne había llamado a la joven la noche anterior y había dejado un último mensaje. A la mañana, cuando se levantó (aún sin respuestas), oró así: “Señor, necesito una señal clara. Quiero ayudarla, si es tu voluntad”. Esa tarde, sorprendentemente, la joven devolvió su llamada y acordaron en encontrarse.
¡Pero eso no es todo! Joanna, otra dama del grupo de oración, estaba en un supermercado con su hija esa tarde, cuando Anne envió el mensaje al grupo de WhatsApp. Joanna estaba distraída respondiendo el mensaje cuando su hija le dijo: “¡Mira, mamá, un ananá!” En ese instante, Joanna levantó la mirada y vio una planta de ananá en una maceta, con fruto y todo, a la venta. Joanna tomó una foto y nos la envió, con este comentario: “Acabo de ver esto. Dios está confirmando el mensaje”.
Estamos invitadas a compartir nuestra vida con Jesús por medio de la oración. Él toma nota de todas nuestras necesidades y responde de las maneras más creativas. Señor, hoy quiero experimentar tu amor y tu creatividad al orar.
Me gusta escuchar la matutina x las mañanas x q nutren mi espíritu y mi alma
Muchas gracias por estos hermosos mrnsajes que nos motivan
Dios es bueno a todo tiempo.