El Día D
“…Así dice el Señor: ‘No tengan miedo ni se acobarden cuando vean ese gran ejército, porque la batalla no es de ustedes, sino mía’ ” (2 Crónicas 20:15, NVI).
El 6 de junio de 1944, las fuerzas aliadas de Europa y los Estados Unidos invadieron las costas de Francia y de Alemania, donde las fuerzas alemanas estaban firmemente atrincheradas. A ese acontecimiento se lo conoce como el Día D. En 6.000 barcos y 800 aviones, casi 200.000 soldados hicieron el viaje de 42 kilómetros para cruzar el Canal de la Mancha y invadir la costa francesa. Las tropas que desembarcaron como oleadas en las playas de Utah, de Omaha y de Normandía fueron recibidas por una lluvia de balas. Al mismo tiempo, 18.000 paracaidistas cubrieron el cielo como una nube. Más tarde, se enviaron 13.000 aviones más para proporcionar cobertura aérea y apoyo al ataque. ¡Increíble! La invasión del Día D fue una de las más masivas del planeta en miles de años.
Es difícil imaginar semejante cantidad de personas moviéndose en la misma dirección, coordinadas para alcanzar un misma objetivo: aplastar a los nazis y romper el control que logrado tener sobre Europa durante los últimos años de la Segunda Guerra Mundial. Tres meses después, el norte de Francia ya había sido liberado y las fuerzas aliadas entraron en Alemania, donde se encontraron con las fuerzas soviéticas que avanzaban desde el este.
Hitler había previsto que su enemigo llegaría durante la primavera de 1944, y lo estaba esperando. Durante meses, había estado construyendo búnkeres y preparando a sus tropas para repeler una posible invasión desde el mar Báltico. Pero no tenía ni idea del número que llegaría. Cuando el ataque, finalmente, llegó la costa alemana, los defensores no pudieron contener a las tropas aliadas y, poco después del amanecer, las playas Gold, Juno y Sword fueron capturadas. Aunque las pérdidas fueron elevadas para los aliados, con miles de muertos en las playas de Utah y de Normandía, el Día D fue todo un éxito. Finalmente, 850.000 soldados y 150.000 vehículos tomaban el control de toda Europa.
Muchos soldados que lucharon en el Día D dieron su vida por la libertad mundial. Hoy seguimos hablando del heroísmo y la valentía de todos ellos. Fueron retratados en películas, como Rescatando al soldado Ryan, y El día más largo, basada en el libro del mismo título; y muchas obras hablan de ese día, como La Segunda Guerra Mundial, que le valió a Winston Churchill el Premio Nobel de Literatura.
La fe de los soldados aliados y sus líderes era grande. Sabían que Dios estaba de su lado, marchando delante de ellos a la batalla. Y muchos reclamaron la promesa: “No tengan miedo ni se acobarden cuando vean ese gran ejército, porque la batalla no es de ustedes, sino mía”.
Amén
Trajico