Dios, el Espíritu Santo
“Pero el que ofenda con sus palabras al Espíritu Santo, nunca tendrá perdón, sino que será culpable para siempre” (Marcos 3:29).
El viento no tiene forma ni color. No ves el viento, pero existe, ¿no es así? Por supuesto que sí, y lo sabes porque puedes ver lo que hace: las ramas de los árboles se balancean, las olas se forman en el mar, el clima se vuelve más fresco. Su presencia silba en las ventanas, los cabellos quedan despeinados… Nosotros tampoco podemos describir completamente al Espíritu Santo. Pero no hay duda de su existencia, porque podemos ver lo que hace.
En el mundo hay cosas espirituales y materiales. Las cosas materiales son las que puedes ver y tocar: automóviles, pantallas de computadora, ropa y libros, por ejemplo. Sabes que estas cosas son reales porque tus cinco sentidos las muestran. Puedes ver un teléfono celular y puedes escuchar su sonido. Puedes tocar un libro. Puedes probar la comida de tu madre y oler el gel o la crema para después de afeitar de tu padre.
Las cosas espirituales son sobrenaturales y no puedes percibirlas mediante los cinco sentidos. Es necesario creer que son parte de la realidad. Es posible que sientas la tentación de pensar que no existen, solo porque no puedes verlas. Pero la lectura de la Biblia deja muy en claro que, aunque no vemos al Espíritu de Dios, él es real.
Quien no respeta al Espíritu Santo comete una falta muy grave. ¿Sabes por qué? Porque es el Espíritu Santo quien nos convence de pecado y nos lleva al arrepentimiento. Cualquiera que no lo escuche anula la oportunidad de arrepentirse. Por lo tanto, es muy peligroso ignorar al Espíritu Santo. Presta atención a su obra en tu vida.
