Lunes 10 de Abril de 2023 | Matutina para Adultos | “Entraré en su casa”

Lunes 10 de Abril de 2023 | Matutina para Adultos | “Entraré en su casa”

“Entraré en su casa”

“Mira, yo estoy llamando a la puerta; si alguien oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaremos juntos” (Apocalipsis 3:20, DHH).

El reconocido autor John Ortberg cuenta la historia de un hombre llamado Silvestre, que vivió en los Estados Unidos durante la Gran Depresión de principios del siglo XX. Silvestre arregló una cita para conocer a Bárbara, una mujer a la que nunca había visto. Bárbara tampoco conocía físicamente a Silvestre, pero sus amigos le dijeron que él era un tipo de figura atlética y que le gustaba hacer deporte.

Cuando llegó el día del encuentro, Bárbara se alistó temprano, se arregló lo mejor que pudo, y cuando sonó el timbre de la casa salió corriendo para recibir a su príncipe azul. “Abrió la puerta, y ahí estaba un hombre devolviéndole la mirada. Pero no se parecía en nada a lo que ella esperaba”. Ahí estaba un hombre con sobrepeso, que no tenía nada que ver con el joven fornido que esperaba conocer. Mientras ella intentaba buscar una explicación, un joven elegante se asomó y dijo: “¡Yo soy Silvestre! ¿Vienes conmigo?” Entonces Ortberg aclara lo que pasó: “Resulta que Silvestre le había pedido al otro tipo que lo acompañara porque jamás había visto a Bárbara, y si Bárbara resultaba ser fea, ella saldría con el otro. Cuando la vio, se entusiasmó tanto con ella que no quiso que hubiera confusión”.⁷³ Tras aquella cita disfrutaron de un matrimonio de más de sesenta años.

En Apocalipsis 3:20, el Señor declara: “Mira, yo estoy llamando a la puerta; si alguien oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaremos juntos” (DHH). Este pasaje alude a un bello poema que aparece en el libro de Cantares 5:2:

“Yo dormía, pero mi corazón velaba. La voz de mi amado que llama:

‘¡Ábreme, hermana mía, amada mía, paloma mía, perfecta mía,

pues mi cabeza está cubierta de rocío, mis cabellos, de la humedad de la noche!’ ”

Sí, la analogía es clara: Cristo, el esposo, ha tocado el timbre de nuestra puerta, pero a diferencia de Silvestre, él sabe cómo somos, física y espiritualmente, y aun así nos ama, sigue teniendo un gran interés en entablar una estrecha relación con cada ser humano. El hecho de que sea Cristo el que toque a la puerta indica que él tomó la iniciativa de elegirnos. ¿Qué pasará si abrimos? Él cumplirá la promesa: “Entraré […] y cenaremos juntos”.

73 John Ortberg, Tantos destinos a donde ir, ¿cómo saber cuál elegir? (Carol Steam, Illinois: Tyndale House Publishers, 2017), p. 144.

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