Lunes 11 de Octubre de 2021 | Matutina para Mujeres | Una tarea que nunca acaba

Lunes 11 de Octubre de 2021 | Matutina para Mujeres | Una tarea que nunca acaba

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Una tarea que nunca acaba

“Feliz el que halla sabiduría, el que obtiene inteligencia; porque son más provechosas que la plata y rinden mayores beneficios que el oro” (Prov. 3:13, 14).

El crecimiento personal es una tarea de toda la vida y difiere de una persona a otra, pues cada quien lo experimenta a su propio ritmo y de acuerdo a sus necesidades. Cada quien es cada cual, y crece de ma­neras distintas y para propósitos distintos. 

Desde que nacemos hasta que morimos, la vida se desenvuelve en medio de luchas, temores, fracasos y aciertos; esto es así porque fuimos creadas para lo superior, pero estamos inmersas en un mundo que no se detiene, que se mue­ve y cambia, que inventa y desecha, que acierta y se equivoca. Nosotras, en medio de esta vorágine, solo saldremos aprobadas si nos sujetamos fuerte de la mano de Dios y nos preparamos continuamente para no perder de vista lo que nos aguarda junto a él en las mansiones eternas. 

La preparación personal va más allá de las ciencias humanas del saber y el conocimiento. Formarse, para una mujer cristiana, es mucho más que ir a la universidad. De hecho, es muy distinto. Tiene que ver con la ciencia de la salvación. Para crecer en este respecto, te planteo las siguientes recomenda­ciones, que espero te sean de utilidad:

Cultiva y mantén una relación de compañerismo constante con Dios. Esto te proveerá seguridad para enfrentar sin temor los desafíos cotidianos. El Salmo 27:1 nos exhorta: “Jehová es mi luz y mi salvación, ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida, ¿de quién he de atemorizar­me?” (RVR 95). 

Reconoce que eres hechura de Dios. Saberlo refuerza tu sentido de iden­tidad, lo que te hace competente para superar tus traumas y hacer frente a los problemas. 

Mira el futuro como una promesa de grandes y maravillosas cosas por ocurrir, no como algo amenazante y atemorizador. En las crisis más de­vastadoras, aprende a depender de Dios y saca fortaleza de tu fe. Te es­pera un hogar incorruptible. Si posees esta visión de lo eterno, vivirás el presente con la expectativa correcta. 

Agradece cada día porque tienes a Dios en tu vida y cuenta por la noche las bendiciones recibidas.

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