El Cordero
“La sangre les servirá para que ustedes señalen las casas donde se encuentren. Y así, cuando yo hiera de muerte a los egipcios, ninguno de ustedes morirá, pues veré la sangre y pasaré de largo” (Éxodo 12:13).
Llegó el día de la liberación. Cada año los israelitas celebrarían su independencia de la esclavitud mediante la fiesta de la Pascua. A diferencia de las primeras nueve plagas, en la décima los israelitas debían involucrarse y obedecer al pie de la letra las indicaciones para permanecer a salvo. Cada familia tenía que elegir un cordero el día 10 de ese mes para sacrificarlo el día 14. Las cualidades del cordero eran precisas: debía tener un año, ser macho y no tener defectos.
Cada familia debía comerlo asado y por completo. Además, había que poner la sangre en el marco de la puerta de la casa. El cordero representaba a Jesús por excelencia. Juan el Bautista se refirió a Jesús como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29). Era muy importante que el animal no tuviera mancha, porque representaba la vida perfecta que Jesús vivió en esta Tierra. Hablando de Jesús, Hebreos dice: “Él es santo, sin maldad y sin mancha, apartado de los pecadores y puesto más alto que el cielo” (7:26). Eso lo capacita para ser nuestro salvador y librarnos del pecado y sus consecuencias.
Elegir el cordero el día 10 era muy bueno, pero no servía de nada si no lo sacrificaban el día 14. Sacrificarlo era necesario, pero insuficiente si no lo comían por completo. Comerlo era importante, pero la obra estaba incompleta si no pintaban el marco de la casas con la sangre de la víctima inocente.
Admirar a Jesús y su obra a la distancia es bueno, pero no sirve si no aceptamos su sacrificio y nos comprometemos con él. Aceptar su sacrificio en la cruz es necesario para ser salvos, pero también debemos aceptarlo como el pan de vida y alimentarnos de él cuando leemos su Palabra y aceptamos sus enseñanzas. ¡Qué privilegio es ser hijos de Dios! Recuerda, así como con Israel, él te protegerá mientras te conduce a su reino eterno.