Un rey irresponsable
“En la primavera, que era la época en que los reyes salían de campaña… David se quedó en Jerusalén” (2 Samuel 11:1).
Me imagino cómo se preparaban mentalmente los soldados cuando llegaba la época de estar fuera de casa. ¡Ya sabían lo que se esperaba de ellos! Sabían que era su deber cuidar de su pueblo. Sabían también que podían contar con su rey.
Sin dudas, no había otro como David. Era tan valiente que se habían compuesto cantos acerca de él. Y, por si fuera poco, era apuesto, consagrado, y encima ¡músico y poeta! Cuando estaban en el campo de batalla, los soldados seguramente miraban hacia donde estaba su erguido monarca y renovaban su coraje. Además, me imagino que David aprovechaba a inspirar a los soldados con cantos. ¡Qué gran rey! Era un honor luchar a su lado.
Ese año, sin embargo, todo cambió. El rey decidió quedarse en casa. ¿Crees que David sabía que sus soldados lo necesitaban? ¿Piensas que él conocía su responsabilidades? Yo creo que sí. Pero decidió enviar a Joab, y él se quedó. ¡No me preguntes haciendo qué! Pero seguramente nada muy útil, pues la Biblia dice que “una tarde, al levantarse David de la cama”, comenzó a pasearse.
La historia que continúa es muy triste. David, en sus paseos, comenzó a mirar lo que no debía. En este caso, la esposa de su vecino Urías. Una cosa llevó a la otra… y, al tiempo, David no solo había tomado una esposa que no le pertenecía, sino que había mandado matar a su esposo, un fiel soldado que sí había estado todo el tiempo en su puesto del deber. Hay un dicho que ni siquiera quiero escribir completo, pero imagino que tú lo sabes: “Mente desocupada…” ¿Cómo continúa? No hay duda, cuando no estamos cumpliendo con nuestro deber, cuando no estamos haciendo lo que tenemos que hacer, las probabilidades de que el enemigo de lo bueno tome control de nuestros pensamientos y acciones ¡aumenta mucho!
Quizá David pensó que necesitaba “un descansito”. Quizá tú puedas pensar, a veces, que tienes demasiadas obligaciones y que, en algunos momentos, no tienes que hacer todo lo que te piden tus padres o maestros. Cuando te sientas inclinado a pensar así, recuerda a David, su irresponsabilidad, y las consecuencias que esa falta de responsabilidad causaron. Honra a Dios donde estés.
Cinthya