Terremoto en San Francisco
“Mientras yo miraba, el Cordero rompió el sexto sello, y hubo un gran terremoto. El sol se volvió tan oscuro como tela negra, y la lunase volvió tan roja como la sangre” (Apocalipsis 6:12, NTV).
El 17 de octubre de 1989, un devastador terremoto, el más mortífero desde 1906, sacudió la ciudad de San Francisco. Duró 15 segundos y fue de 7,1 grados en la escala de Richter. Millones de personas presenciaron las consecuencias por la televisión en vivo, ya que estaban viendo un partido de la Serie Mundial de béisbol entre los Gigantes de San Francisco y los Oakland Athletics, en Candlestick Park. El temblor se produjo momentos antes del comienzo del partido, y los locutores de deportes no tardaron en desempeñar las funciones de presentadores de noticias al informar sobre el pandemonio resultante en el estadio. El terremoto causó la muerte de un total de 63 personas, mientras que otras 3.000 resultaron heridas y más de 100.000 edificios sufrieron daños. Los puentes de las autopistas se cayeron y el tráfico se atascó mientras los vehículos de rescate se esforzaban por responder a las llamadas de auxilio.
El Gran Terremoto de San Francisco de 1906, ocurrido más de ochenta años antes, es considerado uno de los terremotos más devastadores de todos los tiempos. Por supuesto, en aquella época, no teníamos los mismos conocimientos que poseemos ahora sobre la tectónica de placas, ni los equipos que tenemos hoy.
Pero, no hay dudas sobre los terribles efectos de aquella mañana de hace más de cien años. Exactamente a las 5:12 a.m., hora local, un temblor golpeó con la suficiente fuerza como para sentirse en toda el área de la Bahía de San Francisco. El mayor terremoto se produjo entre 20 y 25 segundos después, con epicentro cerca de San Francisco. Las violentas sacudidas siguieron durante 45 a 60 segundos. La serie de terremotos se sintió desde Oregón hasta Los Ángeles; y al este, hasta Nevada.
El terremoto y el incendio resultante provocaron más de 3.000 muertes, y fue la mayor pérdida de vidas por un desastre natural en la historia de California. Su impacto económico se ha comparado con el más reciente huracán Katrina.
Los terremotos nos recuerdan que nuestra tierra está envejeciendo. El mundo se acabará, pero no debemos preocuparnos. Cuando suceda, Jesús estará aquí para salvarnos.