Computadora personal
“Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia aumentará” (Daniel 12:4, RVR 95).
Bill Gates y Paul Allen, de Microsoft, se iniciaron en la industria informática trabajando en su casa. Por extraño que parezca, entregaron su primer programa de computadora personal al fabricante en algo parecido a un casete de audio.
La computadora personal tuvo ciertamente comienzos humildes pero, en los Estados Unidos, algunas cosas suelen ocurrir así. He aquí algunas citas erróneas sobre lo que la gente pensaba de la computadora personal cuando se fabricó por primera vez:
“Creo que hay un mercado mundial para quizá cinco computadoras” –presidente de IBM, 1943. “¿El microchip? Pero ¿para qué… sirve?” –ingeniero de IBM, 1968.
“No hay ninguna razón para que alguien quiera tener una computadora en su casa” – Ken Olson, presidente y fundador de Digital Equipment, en 1977.
¡Cuán lejos de la verdad han estado estas personas! Las computadoras han evolucionado hasta convertirse en lo que son hoy: la mayor herramienta de acceso al conocimiento de la sociedad desde la imprenta de Johannes Gutenberg. Desde las versiones de Commodore 64 con cintas de casete hasta las unidades de disquete, desde los disquetes de 3,5 hasta las memorias USB, desde las transmisiones de correo electrónico hasta las inscripciones digitales a través de vías aéreas, las computadoras dominan totalmente la sociedad estadounidense. El 89 % de los hogares de los Estados Unidos utilizan computadoras, por no hablar de la industria y la tecnología robótica que se está apoderando de nuestra cultura.
Hoy en día, incluso, utilizamos las computadoras para llevar el evangelio de Jesús a los demás. Las imprentas multimillonarias digitalizadas, los estudios bíblicos en línea, y las transmisiones por radio y satélite aceleran el camino del evangelio hacia el mundo.
El conocimiento ha aumentado, como Daniel profetizó que lo haría, y la computadora ha sido parte de ello. Sin embargo, la Inspiración nos dice que el último gran mensaje de salvación para el mundo se difundirá a través de la evangelización individual, de puerta en puerta. Eso significa que, por muy maravillosas que sean las computadoras, nunca tendrán ese toque personal.