Esto también pasará
“También sé que todo lo que Dios hace es definitivo. No se le puede agregar ni quitar nada. El propósito de Dios es que el ser humano le tema” (Ecl. 3:14, NTV).
Hace aproximadamente dos años, pasé por una etapa de muchísima ansiedad. Nunca había experimentado algo igual. La ansiedad era densa como neblina. Se instalaba en mi mente y me impedía pensar con claridad. Era como si un luchador de sumo estuviese sentado sobre mi pecho, dificultando mi respiración. ¡Yo no lograba reconocerme! Siempre había sido una de esas personas que se despiertan alegres y despreocupadas. Sin embargo, en esa etapa de mi vida, la ansiedad lo cubría todo, como el polvo a un pueblo abandonado. Recuerdo que lo más difícil fue preguntarme si las cosas cambiarían, o si tendría que vivir así el resto de mi vida. Ahora, al mirar atrás, sé que la ansiedad pasa como una ola del mar y que es posible mantenerse a flote.
¡Pasará! Seis letras llenas de tanta esperanza: p-a-s-a-r-á. Esto también pasará. Lo único eterno —como escribió el rey Salomón— es lo que Dios hace. Solo la obra de sus manos es definitiva y permanente. Todo lo demás cambia; sube y baja con la marea. Si estás pasando por una etapa difícil, respira profundamente y repite conmigo: “Esto también pasará”. ¡Te aseguro que es verdad! Amiga, vas a sonreír nuevamente. Vas a encontrar un nuevo trabajo. Vas a sanar. Vas a volver a sentir el sol del verano sobre tu piel, porque el invierno no dura para siempre.
Una de mis autoras preferidas, Shauna Niequist, en Bittersweet [Agridulce] dice que debemos practicar la fe en la primavera. “No sé dónde te encuentras en estos días, qué se quebró y qué es hermoso en tu vida en esta temporada. No sé si te encuentras en una temporada de dulzura o de tristeza. Pero estoy aprendiendo que ninguna dura para siempre […] Si doquiera miras estos días [el paisaje] es invernal, desolado, solitario, practica creer en la primavera. Siempre, siempre llega […] Nueva vida surgirá de este mismo suelo. Esta temporada terminará y algo completamente nuevo seguirá”. Al final del invierno, en Inglaterra, se pueden ver las hojas verdes de los narcisos que se asoman entre la nieve. Cuando veo esos puntitos verdes aparecer entre la alfombra blanca, sé que la primavera está por llegar. ¡Siempre llega!
Señor, cuando el suelo de mi vida esté congelado y me cueste creer que algo puede volver a brotar, dame fe en la primavera. ¡Esto también pasará! Entrena mis ojos para detectar las primeras señales de esperanza: los puntitos verdes asomándose entre la nieve. La primavera llegará, porque siempre llega.
Amén, entrena mis ojos, para detectar esas señales de esperanza, y sino llegarán. Que esa esperanza brille dentro de mi.