El primer perro guía de los Estados Unidos
“Tienen ojos, ¿y no pueden ver? Tienen oídos,¿y no pueden oír?” (Marcos 8:18, NTV).
¿Cómo sería ser ciego? Imagina no poder ver las hojas amarillas, anaranjadas y rojas de los árboles, mientras se aferran a sus ramas en un viento otoñal; o una gaviota volando junto a un ferry; o las estrellas centelleantes contra el manto púrpura de un cielo nocturno. Y más allá de perderse la belleza, si tienes mala vista o ceguera nocturna entiendes, mejor que muchos otros, los peligros que puede acarrear la falta de visión. Y si eres legalmente ciego, eres el experto y deberías estar escribiendo el devocional de hoy.
Afortunadamente, la sociedad ha hecho algunos ajustes para quienes viven con ceguera. Algunas intersecciones tienen señales auditivas que anuncian cuándo es seguro cruzar la calle; se puede encontrar mensajes en braille en las puertas y ascensores de los edificios públicos del gobierno; y hay perros guía disponibles para aquellos que cumplen los requisitos. Una persona con discapacidad visual puede llevar a su perro guía en restaurantes, autobuses e incluso estadios de fútbol. Un perro guía y su dueño son un equipo. El perro está entrenado para guiar a su dueño por los obstáculos del camino; pero, al ser daltónico, el animal no puede diferenciar los colores de los semáforos y las señales de advertencia. El dueño es la otra mitad del equipo y es quien elige el destino. Al igual que un navegante en un avión, debe saber cómo llegar de un lugar a otro; pero debe confiar en que el perro será el piloto y los lleve a salvo.
La idea de que los perros guía formen equipo con personas con discapacidad visual comenzó en Alemania tras la Primera Guerra Mundial, para ayudar a los veteranos que regresaban ciegos del combate. Gran Bretaña también puso en marcha un programa de este tipo y, en la década de 1930, Estados Unidos finalmente se sumó a las escuelas de adiestramiento de perros guía. El 25 de abril de 1938, el primer perro guía estadounidense comenzó oficialmente a trabajar.
Un invierno, hace varias décadas, en Inglaterra, un ciego caminaba por la calle con su perro guía. De repente, el animal se detuvo; el ciego le indicó que siguiera, pero el perro no se movió. De repente, escuchó el sonido de algo rompiéndose contra el piso, y el ciego, sobresaltado, se quedó inmóvil. Entonces, oyó pasos y que una persona se detenía a su lado: “Usted es un hombre bendecido –le dijo el desconocido–. Acaban de caer enormes carámbanos del borde del tejado, justo adelante; si hubiera dado solo unos pasos más, podrían haberlo matado”.
A semejanza de esta situación, Dios ofrece su Espíritu Santo para guiarnos ante los peligros que no vemos. Gracias, Señor.