Vivir de esa manera
«Vivan de una manera completamente santa, porque Dios, que los llamó, es santo». 1 Pedro 1: 15
La santidad es uno de los temas que más se repiten en la Biblia. De manera constante, vemos a Dios pidiéndole a su pueblo ser santo. Dios le ordena a su pueblo que lo tome a él como modelo de santidad. Él es santo: santo en el uso del poder, pues es Todopoderoso; santo en el ejercicio del amor, esa es su naturaleza; santo en sus planes y propósitos, él quiere lo mejor para su creación; santo en sus juicios, da a cada uno lo que se merece.
Ahora bien, la santidad que Dios desea para sus hijos abarca todas las esferas de la vida. Para llevar una vida de santidad, necesitamos estar atentos y obedecer su palabra. Vivir una vida santa nos permitirá ver al Señor como recompensa (Hebreos 12: 14). El Nuevo Testamento muestra con suma claridad que santo es quien da la espalda al pecado y a todas las cosas del mundo y decide seguir a Jesús. Es Dios mismo quien invita a sus hijos a separarse del mundo y de su forma de vivir. Si fijamos nuestra atención en la pureza y la santidad de Dios y las normas que nos enseña su Palabra, él podrá mostrarnos aspectos concretos de nuestra vida en los que necesitamos ser más santos. Cuando esto haya sucedido, y le hayamos correspondido, surgirá espontáneamente en nosotros el deseo de separarnos de todas aquellas prácticas y costumbres que no se ajusten a las normas de la Palabra de Dios y adaptarnos más al estilo de vida de la santidad bíblica. A eso se refiere Elena G. de White cuando dice: «Quienes llegan a ser nuevas criaturas en Cristo Jesús producen el fruto de su Espíritu:
“Amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad humildad y dominio propio”. Ya no se conforman con los deseos impuros anteriores, sino que por fe siguen las pisadas del Hijo de Dios, reflejan su carácter, “y todos los que tienen esta gran expectativa se mantendrán puros, así como él es puro”. Aman aquello que en un tiempo aborrecían, y aborrecen lo que en otro tiempo amaban. El que era orgulloso y prepotente es ahora sencillo y humilde de corazón. El que antes era superficial y altanero, es ahora serio y discreto. El que antes era borracho, es ahora sobrio y el que era libertino, puro.
Han dejado las costumbres y modas vanas del mundo» (El camino a Cristo, pp. 87, 88).
Hoy @Dios te dice: «Tengo un futuro especial preparado para ti. ¿Te gustaría vivir desde hoy acorde a mis planes?».