Lunes 27 de Junio de 2022 | Matutina para Menores | Helen Keller

Lunes 27 de Junio de 2022 | Matutina para Menores | Helen Keller

Helen Keller y Ann
e Sullivan

Helen Keller

“Como ciudad sin defensa y sin murallas es quien no sabe dominarse” (Proverbios 25:28, NVI).

“¡Quiero caramelooooosssss!” se puede escuchar a veces en los supermercados. Es común que algunos niños, tal vez cansados y hambrientos, no sepan dominarse y comiencen a llamar la atención. Los padres muchas veces terminan cediendo, por la vergüenza que les produce.

Helen, la niña de nuestra historia, tuvo problemas parecidos. Cuando Helen nació, un 27 de junio, en la familia Keller, era una niñita sana y feliz. Pero, cuando tenía un año y medio, quedó sorda y ciega a causa de una enfermedad. Como no escuchaba nada, tampoco aprendió a hablar. Y así pasaba sus días, en completa oscuridad. Helen era muy inteligente, y comenzó a darse cuenta de que era distinta a otras personas. Cuando tocaba los labios de los demás, y se daba cuenta de que podían comunicarse, entendía que ella no sabía qué estaban haciendo, y se enojaba. A veces esos enojos le hacían romper cosas o golpear a otros. Su madre trataba de contentarla dándole dulces, y toda la familia hacía lo que ella quería. Así, Helen se iba convirtiendo en una pequeña salvaje.

Pero cuando tiró a su hermanita bebé de la cuna, sus padres se dieron cuenta de que eso no podía continuar. Contrataron a una maestra especial para Helen, quien le enseñaría a comunicarse. Pero cuando la maestra, Anne Sullivan, llegó se dio cuenta de que no podría hacer nada con Helen, al menos hasta que le enseñara cómo controlar su genio.

Un día en el desayuno Helen intentó tomar comida del plato de su maestra, y ella le retiró la mano. Como no estaba acostumbrada a que las personas de su casa no hicieran exactamente lo que ella quería, insistió, hasta que Anne le dio un golpe en la mano. El desayuno se convirtió en una batalla. Siguieron muchas batallas que Anne tuvo que ganar por el bien de Helen, ya que estaba decidida a mostrarle que lo más importante era controlar su mal genio. Cuando Helen aprendió esa lección, pudo aprender a comunicarse con los demás. Quizá quieras leer más acerca de estas dos maravillosas mujeres, que con su historia nos recuerdan cuán importante es el autocontrol.

Recuerda, sin autocontrol somos como una ciudad indefensa. Pero cuando aprendemos a ser dueños de nuestras acciones, con la ayuda de Dios, estamos seguros.

Cinthya

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