¡Lleva más tiempo!
“Así que no nos cansemos de hacer el bien. A su debido tiempo, cosecharemos numerosas bendiciones si no nos damos por vencidos” (Gál. 6:9, NTV).
Como me gusta escribir, colecciono palabras y frases interesantes que dice la gente. Varios meses atrás, mi amiga Belinda dijo algo que enseguida anoté en la libretita que llevo siempre en mi cartera. A primera vista, la frase es bastante sencilla: “¡Lleva más tiempo!” ¿Qué es lo que lleva más tiempo? Todo. Lleva mucho más tiempo del que esperábamos avanzar en nuestra carrera profesional. Lleva más tiempo crear y mantener relaciones sanas. Pero, sobre todo, lleva mucho tiempo cambiar: bajar de peso, dejar de criticar, aprender a poner límites, establecer una rutina de ejercicio o aceptar críticas sin ponerse a la defensiva. Todo esto lleva mucho más tiempo del que preferiríamos. ¿Por qué Dios se demora tanto en santificarnos? Piénsalo. Él tiene el poder. Dios podría simplemente chasquear sus dedos y transformarnos en un instante. ¿Por qué no lo hace? Tal vez una de las razones sea que la demora nos obliga a depender más de él.
En su libro Extravagant Grace [Gracia extravagante], Barbara Duguid expresa: “Dios piensa que llegarás a amarlo más como un pecador desesperado y débil que necesita continuamente gracia, que como lo harías como triunfante guerrero cristiano que gana todas y cada una de las batallas contra el pecado”. Quizá, si Dios nos transformara en un instante, en un pestañear, pensaríamos que ya no lo necesitamos o lo amaríamos menos (Luc. 7:47). Por otro lado, también es importante notar que Dios es eterno y que su percepción del tiempo es distinta (2 Ped. 3:8). Dios nunca anda apurado, porque a él nunca se le acaba el tiempo.
Abraham tenía 75 años cuando Dios le prometió una gran descendencia, pero tuvo que esperar 25 años para ver nacer a Isaac. José tuvo que esperar entre 15 y 25 años antes de que sus sueños proféticos se volvieran realidad. El pueblo de Israel soportó cerca de 400 años de esclavitud antes de que Dios lo rescatase. (¿Acaso no eran suficientes 200 años?) David esperó cerca de 14 años desde el momento en que fue ungido hasta convertirse en rey. Todo lleva más tiempo, ¡mucho más tiempo de lo que esperábamos! Pero Dios es fiel en completar su obra. No te desanimes, sé paciente.
¡Dios está transformando tu corazón! Señor, gracias por tu Espíritu, que transforma mi vida. Dame paciencia para comprender que, aunque algunas batallas serán más largas de lo que preferiría, tú sigues a mi lado.
Amén