Preserva la vida
“No mates” (Éxodo 20:13).
El sexto mandamiento resalta cuán sagrada es la vida. La vida es el don más precioso que Dios le dio al hombre. Es un don sagrado porque la humanidad fue creada a su imagen y semejanza. Por supuesto, este mandamiento prohíbe usar un arma para quitar una vida. Las guerras entre naciones no son parte del plan divino.
Pero la enseñanza espiritual de este mandamiento va mucho más allá de solamente las dos palabras del versículo. Por ejemplo, muchas personas dicen: “Es mi vida, puedo hacer con ella lo que quiera; así que no te entrometas”. “No mates” implica que tenemos que cuidar de nuestra propia vida. Muchas personas tienen vicios y estilos de vida que van quitándole la fuerza y, como consecuencia, la vida. Respetar la vida empieza por la nuestra, con comprometernos a practicar hábitos saludables que sumen a nuestro bienestar, y al de nuestro entorno. Esto tiene que ver con qué comemos y bebemos, y con dormir las horas apropiadas cada noche, por ejemplo.
Por otra parte, desobedecer este mandamiento empieza en el corazón y tiene que ver con las emociones. Jesús dijo que estar enojados con otra persona puede llevar al asesinato, por lo tanto, desobedecemos el sexto mandamiento cuando mantenemos el enojo en nuestros pensamientos. “Cualquiera que se enoje con su hermano, será condenado. Al que insulte a su hermano, lo juzgará la Junta Suprema; y el que injurie gravemente a su hermano, se hará merecedor del fuego del infierno” (Mat. 5:22). Para el Señor no es suficiente con no hacer algo malo, sino que las intenciones del corazón también cuentan. ¿Le deseas el bien a tu compañero? ¿Te alegras por sus éxitos?
El apóstol Juan entendió la enseñanza de Jesús y explicó: “Todo el que odia a su hermano es un asesino, y ustedes saben que ningún asesino puede tener vida eterna en sí mismo” (1 Juan 3:15).
En conclusión, debemos quitar de nuestro corazón el espíritu destructivo y buscar el respeto, la paz, la armonía, el amor y la cordialidad con quienes nos relacionamos.