Lunes 29 de Noviembre de 2021 | Matutina para Mujeres | Economía doméstica

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Economía doméstica

“Dios puede darles a ustedes con abundancia toda clase de bendiciones, para que tengan siempre todo lo necesario y además les sobre para ayudar en toda clase de buenas obras” (2 Cor. 9:8).

Me remonto a los años de mi educación secundaria y recuer­do haber cursado una materia llamada: Economía doméstica. En ella, se abordaban temas como el ahorro, el manejo de las finanzas en el hogar y las técnicas para realizar compras inteligentes. Por supuesto, en el currículum educativo actual esta temática no aparece y, más aún, es ignorada. 

A muchas administradoras de las finanzas familiares les haría bien tomar esta clase, pues la queja frecuente es: “El dinero no alcanza, el costo de la vida va siempre al alza y los gastos se multiplican, ¿cómo llego a fin de mes?” Es una realidad que el consumismo es avasallador. El mercado pone frente a nuestros ojos ofertas que no son ofertas y oportunidades de compra que no son realmente oportunidades; son solo trampas de la mercadotecnia para empujarnos a comprar. 

La administración del dinero familiar es un gran desafío y un gran com­promiso para las amas de casa, pues cada moneda que está en nuestra car­tera proviene del infinito proveedor: Jesús.

La pobreza y la riqueza son, en muchos sentidos, conceptos subjetivos. No es rico el que tiene más dinero ni pobre el que carece de él; esto lo define, más bien, el uso que hagamos de lo po­co o lo mucho que poseemos. 

Dios espera que seamos siervas fieles en este aspecto de la vida familiar que es la administración de los recursos. Usemos el dinero con sensatez, to­mando conciencia de que solo somos mayordomos de los bienes que Dios nos ha confiado. Los diezmos y las ofrendas enriquecen a quien las otorga con un corazón alegre, en lo material y en lo espiritual. Él ha prometido que todas nuestras necesidades serán suplidas; el salmo del pastor lo confirma: “Jehová es mi pastor, nada me faltará” (Sal. 23:1, RVR 95). 

Dios está interesado en nuestra prosperidad en todos los aspectos de la vida, incluido el financiero. La única condición es que mostremos fidelidad e invirtamos el dinero cubriendo las necesidades familiares, sin despilfarros ni derroches innecesarios. 

Hoy, al salir a realizar tus compras, abre tu cartera, agradece en oración por lo que hay en ella, sea poco o mucho, y confía en la provisión de Dios.

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