Lunes 31 de Octubre de 2022 | Matutina para Adultos | Para mantener viva la esperanza

Para mantener viva la esperanza

“Yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: ‘Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí’ ” (1 Corintios 11:23, 24).

Auschwitz. Campo de concentración, de trabajo forzado y de exterminio, donde más de un millón de personas, en su mayoría judíos, fueron vilmente asesinados por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. ¿A quién, de los pocos que lograron salir con vida, se le podría ocurrir regresar a ese campo de muerte?

En su libro Keeping Hope Alive [Mantener viva la esperanza], Lewis Smedes habla de un hombre que, en compañía de sus nietos, de vez en cuando visitaba lo que en un tiempo fue el infame campo de concentración. Ahí él había sufrido todo tipo de humillaciones; peor aún, había visto morir a seres queridos y amigos. ¿Por qué regresaba a ese lugar? ¿Y por qué llevaba a sus nietos?

Según Smedes, el hombre visitaba ese lugar para “mantener viva la esperanza”; ¿y qué mejor manera de lograrlo que a través del recuerdo? Esto es lo mismo que otro sobreviviente del Holocausto, Simon Wiesenthal, quiso decir cuando afirmó que “la esperanza vive cuando la gente recuerda”.

“Este hombre regresaba a Auschwitz –escribe Smedes–, para mostrar a sus nietos el milagro de la supervivencia” (p. 79). Para enseñarles que, aunque el ser humano es capaz de albergar mucha maldad, al final el bien prevalecerá; y para que, al recordar lo peor, pudieran esperar lo mejor.

En los tiempos bíblicos el Señor exhortaba a Israel a recordar. El pueblo debía recordar, por ejemplo, la esclavitud en Egipto (ver Deut. 5:15; 15:15). ¿Con qué fin? Para que también recordaran que fue Dios quien los liberó (Deut. 7:18, 19). Es aquí donde entra en juego nuestro texto de hoy. ¿Por qué el Señor, en ocasión de la última cena, dijo a sus discípulos: “Haced esto en memoria de mí”? Porque al igual que el cordero pascual recordaba a Israel su liberación de la esclavitud egipcia, la Cena del Señor recordaría a los creyentes, a través de los siglos, la gran liberación consumada por su sacrificio en la cruz del Calvario. Y para que, todas las veces que comieran ese pan y tomaran de esa copa, se fortaleciera en sus corazones la bendita esperanza del regreso del Señor.

Amado Jesús, al recordar hoy lo mucho que sufriste para salvarme, te pido que la bendita esperanza de tu regreso se fortalezca en mi corazón. Ayúdame, no solo a esperar, sino también a anunciar a otros de ese glorioso acontecimiento.

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