Ayuda en el momento de mayor necesidad
“Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; lo pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre. Me invocará y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y lo glorificaré. Lo saciaré de larga vida y le mostraré mi salvación” (Salmo 91:14-16).
Si habláramos de los personajes bíblicos a quienes consideramos como los grandes héroes de la fe, ¿qué nombres vendrían a tu mente? ¿Abraham? ¿Job? ¿Moisés? ¿José? ¿Rut? ¿Daniel? ¿Ester? ¿Elías? ¿Pablo?
No sé quiénes están en tu lista, pero una cosa es segura: hoy los conocemos como héroes de la fe porque todos enfrentaron duras pruebas. Todos estuvieron en el horno de la aflicción. Claro está, el solo hecho de enfrentar severas tribulaciones no los convirtió en vencedores. Las pruebas por sí solas no convierten a nadie en un héroe. Si así fuera, los ladrones y los fugitivos de la ley también serían dignos de admiración, porque no han salido de un problema cuando ya se están metiendo en otro.
¿Qué factor, además de enfrentar tribulaciones, permitió a estos hombres y mujeres tener sus nombres inscritos en el Salón de la Fama de la fe? En medio de sus pruebas, todos ellos pusieron su confianza en Dios. Al igual que David, cualquiera de ellos pudo haber dicho: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo” (Sal. 23:4).
No sé qué prueba en particular estás enfrentando ahora mismo, pero una cosa sé: cualquiera que sea, Dios está contigo. Ángeles poderosos en fortaleza entran y salen contigo, y especialmente te acompañan en tus momentos de mayor necesidad.
Esta es, precisamente, la promesa del texto bíblico para hoy: “Me invocará y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia”. Nota que la promesa que Dios hace aquí no es una vida libre de pruebas, de tribulaciones. ¡No! Siempre habrá pruebas. La promesa de Dios es aún más significativa: él estará con nosotros en la angustia.
Qué dificultades te esperan en los días que siguen, no lo sabes, pero puedes confiar en que, en tus momentos más difíciles, él Señor estará contigo, tal como lo ha estado con sus hijos a través de los siglos. Así será porque eso es lo que él ha prometido.
Señor, no te pido que me libres de las pruebas ni del horno de la aflicción. Lo que te pido es que, en el día de la angustia, al igual que los fieles de todas las edades, yo pueda creer que tu presencia estará muy cerca de mí.