Martes 02 de Agosto de 2022 | Matutina para Mujeres | Póliza de seguro

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Póliza de seguro

“Tenía miedo de perder su dinero, así que lo escondí en la tierra. Mire, aquí está su dinero de vuelta” (Mat. 25:25, NTV).

A veces tenemos que tomar decisiones tan importantes que el riesgo nos paraliza. Postergamos y damos vueltas, esperando que el problema desaparezca, inmovilizadas por el terror a equivocarnos. A menudo, en situaciones como estas, terminamos tomando decisiones pasivas (dilatamos hasta que las opciones van desapareciendo, escogiendo inactivamente la opción restante). Lo peor de todo es que nos engañamos pensando que estamos siendo concienzudas y precavidas, cuando en realidad es la cobardía lo que nos impide avanzar.

El teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer escribió acerca de esta tendencia a postergar decisiones por miedo a equivocarnos. En su libro Bonhoeffer, Eric Metaxas comparte: “En algún punto, se debe tomar una decisión. No es bueno esperar indefinidamente por una señal del cielo. […] El hecho de postergar o no tomar decisiones puede ser más pecaminoso que tomar decisiones equivocadas con fe y amor”. ¿Postergar puede ser más pecaminoso que equivocarnos? Ahora entiendo por qué el señor de la parábola se enojó tanto con el siervo malo. ¡Al enterrar el talento, el siervo no estaba siendo concienzudo, sino cobarde! (Mat. 25:14-28).

El cristianismo no es una póliza de seguro contra todo riesgo. Seguir a Jesús tiene un costo y hay riesgos a cada paso (Luc. 14:25-33); pero el mayor riesgo es idolatrar la seguridad y perdernos de hacer la parte que nos toca. Cuando los espías fueron a Canaán, se aterrorizaron al ver a los gigantes que habitaban la tierra. Solo Josué y Caleb estaban dispuestos a correr el riego. El pueblo, consumido por el terror, intentó apedrearlos. El evangelista John Piper, en Risk Is Right [El riesgo es bueno], comenta: “Como resultado, hubo miles de vidas malgastadas y años malgastados. Claramente, fue incorrecto no correr el riego de enfrentar a los gigantes de la tierra de Canaán. ¡Ay, cuánto se desperdicia cuando no nos arriesgamos por la causa de Dios!”

Señor, ayúdame a discernir cuáles son los riegos que debo tomar; no para que la gente me admire o para satisfacer mi sed de aventura, sino por tu causa y tu gloria. No quiero postergar decisiones que pueda tomar hoy, ni idolatrar la seguridad. Contigo a mi lado puedo avanzar.

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