Martes 04 de Octubre de 2022 | Matutina para Adultos | Romper el vaso de alabastro hoy

Romper el vaso de alabastro hoy

“Mientras Jesús estaba en Betania, sentado a la mesa en la casa de Simón el leproso, llegó una mujer. Llevaba esta un vaso de alabastro con perfume de nardo puro, que era muy costoso. Rompió el vaso de alabastro, y derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús” (Marcos 14:3, RVC).

En la versión que el apóstol Juan da de la fiesta en casa de Simón el leproso, la mujer que rompe el vaso de alabastro es María, la hermana de Marta y Lázaro. Según el mismo Juan, el hecho se produjo “seis días antes de la Pascua” (Juan 12:1); lo cual significa que, muy probablemente, la fiesta se celebró un sábado de noche. En cuestión de días Jesús moriría.

¿Sabía esto María?

Según El Deseado de todas las gentes, al enterarse de que Jesús moriría, María adquirió “un perfume de nardo puro, de mucho precio”, con el objeto de ungir su cuerpo para la sepultura. Pero luego se produjo un cambio de planes: “El don fragante que María había pensado prodigar al cuerpo muerto del Salvador, lo derramó sobre él en vida” (p. 514). El Espíritu de Dios había impresionado su corazón, en el sentido de “que no debía esperar”. Estando Jesús muerto, la fragancia del perfume “solo hubiera llenado la tumba”, pero al derramarlo en vida, había llenado de gozo el corazón del Salvador (ibíd.). Qué acción tan noble y tan oportuna. ¡Rompió su vaso de alabastro mientras él vivía!

La lección para nosotros la expresa muy bien W. G. Murdoch: “No mantengamos los vasos de alabastro de nuestro amor y ternura cerrados hasta mañana. Abrámoslos hoy” (Cristo es nuestra victoria, p. 166). Dicho de otra manera, ¿por qué guardar para el día del funeral las palabras de aprecio que tanta gente a nuestro alrededor necesita hoy?

“Muchos son los que ofrendan sus dones preciosos a los muertos. Cuando están alrededor de su cuerpo frío, silencioso, abundan en palabras de amor. […]. Si esas palabras se hubiesen dicho cuando mucho las necesitaba el espíritu fatigado, cuando el oído podía oír y el corazón sentir, ¡cuán preciosa habría sido su fragancia!” (El Deseado de todas las gentes, p. 514).

¿Qué harás con “tu vaso de alabastro” hoy?

Amado Dios, hoy quiero romper mi vaso de alabastro. Coloca en mi camino un alma necesitada de aliento; y pon en mi boca palabras de esperanza, que fortalezcan el corazón de esa persona, y que además asciendan como olor fragante a tu Trono de gracia.

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