Martes 05 de Abril de 2022 | Matutina para Adolescentes | Pocahontas

Pocahontas

“Por eso también puede salvar por completo a los que por medio de él se acercan a Dios, ya que vive siempre para interceder por ellos” (Hebreos 7:25, NVI).

Pocahontas es una de las doncellas nativas americanas más famosas. Nacida en el Nuevo Mundo, entró en escena cuando salvó la vida de John Smith, que luego se convirtió en gobernador del asentamiento de Jamestown. Eso fue hace unos 400 años, y todo ocurrió así: En 1607, cien colonos llegaron a Virginia para construir el primer asentamiento inglés permanente y, por desgracia, las cosas no salieron demasiado bien para la nueva colonia. El hambre, las enfermedades y los ataques de los nativos asolaron a los colonos y su número empezó a disminuir. En uno de sus viajes de exploración por el río Chickahominy, John Smith y otros dos colonos fueron capturados por guerreros Powhatan. Los dos amigos de Smith fueron asesinados, pero Smith se salvó y, finalmente, fue liberado porque una joven nativa llamada Pocahontas rogó a su padre, Powhatan, que no lo matara. La amabilidad que demostró a Smith salvaría la vida de él y cambiaría la suya para siempre.

Pocahontas acudía a menudo al asentamiento de Jamestown, se hizo amiga de los colonos y aprendió las costumbres inglesas.

Finalmente, conoció y se casó con John Rolfe, un exitoso tabaquero de Jamestown. Eso ocurrió el 5 de abril de 1614. El oportuno matrimonio garantizó la paz durante varios años entre los colonos de Jamestown y la tribu Powhatan. Pocahontas y John tuvieron una hija un año después, tras lo cual Pocahontas y su marido se embarcaron hacia Inglaterra para ir de visita. Trágicamente, ella fue víctima de la viruela y perdió la vida un día antes de que su barco zarpara de vuelta hacia el Nuevo Mundo.

Pocahontas fue una joven bondadosa y mostró rasgos de misericordia, a pesar de que probablemente no conocía a Jesús. Es posible que sus esfuerzos por salvar a John Smith salvaran a toda la colonia, ya que él era el líder natural del asentamiento. El acto de bondad de Jesús al morir en una cruel cruz te salvó a ti, y a todo tu mundo. Sin embargo, Jesús no tuvo que convencer a su Padre para salvar nuestra vida, porque Dios tenía tanto deseo como Jesús de que viviéramos.

Por eso, Jesús murió en nuestro lugar y ahora intercede por nosotros en los tribunales celestiales. Nos ama tanto que no solo salvó nuestra vida una vez, sino que nos salva día tras día por medio de su continua intercesión.

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