El armiño
“La integridad de los rectos los guiará” (Proverbios 11:3 p.p.).
¿Podrías explicar lo que es “integridad” con tus palabras? Te doy una pista: rectitud. ¿Sigues con dificultades? Acá va otra ayuda: intachable. De nuevo te pregunto, ¿qué significa “integridad”?
Creo que hay un animalito que puede ayudarnos a definir este término con facilidad: el armiño. ¿Lo conoces? Es pequeñito, de pelaje blanco en invierno y pardo en el verano. Vive en madrigueras hechas en la tierra y caza animalitos más pequeños para alimentarse. Pero hay algo caracteriza al armiño: su empeño por vivir limpio todo el tiempo. Procura que su suave pelaje esté siempre impecable. El armiño no soporta ninguna mancha o basurita que se pegue a su pelo. Simplemente detesta la suciedad.
A tal punto conserva impecable su pelaje que los cazadores se valen de eso para poder atraparlo con facilidad: esperan con paciencia a que el armiño salga de su madriguera, y luego colocan barro pegajoso en la entrada. Después, sueltan los perros cazadores para que lo persigan, y cuando el armiño regresa a su madriguera y ve la entrada embarrada, no entra. Prefiere ser atrapado que ensuciarse. Prefiere morir que embarrarse. El armiño es un fiel ejemplo de integridad. ¿Por qué? Porque aunque lo persigan perros cazadores, aunque su vida corra peligro, aunque el miedo lo invada, él sigue firme a su principio de ser impecable hasta la muerte.
Pensemos en nuestra vida espiritual. Un cristiano íntegro detesta tener contacto con cualquier tipo de pecado. No soporta hacer nada que sabe que lo va a apartar de Jesús. Para él es más importante guardar su corazón limpio que mancharlo de pecado por satisfacer un deseo o por quedar bien con sus amigos.
Ahora, examina tu vida. Tus padres o tus amigos ¿podrían definirte como una persona íntegra? ¿Te mantienes fiel a Jesús sin importar las consecuencias? ¿Lo amas tanto que no soportas “ensuciarte” con ninguna clase de película, música o juego que te aparte de él? ¿Lo amas tanto como para no ceder a la presión de tus amigos cuando te piden que mientas a tus padres, que hagas trampa en un examen o que pruebes algo peligroso?
El versículo de hoy es un proverbio hermoso. Vuelve a leerlo. ¿Deseas que ese proverbio sea una realidad en tu vida? ¡Dios lo hará realidad si se lo pides!
Gabriela
