Distinto
“Y esto es aun más evidente si a semejanza de Melquisedec se levanta un sacerdote distinto” (Hebreos 7:15).
Pablo nos presenta un sacerdote “distinto” del sacerdote presentado en Levítico. Allí solo se prefiguraba al que vendría, originario de la tribu de Leví, de la familia de Aarón, con un servicio limitado en días y años. ¿Por qué Jesús era distinto? El Dr. Mario Veloso lo resume así:
1-Distinto con respecto a la Ley. Según la ley sacerdotal, se imponía que el sacerdote descendiera de la tribu de Leví, pero Jesús pertenecía a la de Judá.
2-Distinto con respecto a la vida. El sacerdocio levítico solo puede otorgar autoridad formal. Cristo, en cambio, es sacerdote por el poder de una vida indisoluble, estable y permanente (Heb. 7:16). No existe ningún sacerdote levítico con vida así. En los días de Jesús, en el Templo, había un sistema de turnos para los sacerdotes que especificaba los tiempos cuando cada uno podía ejercer su ministerio. El sacerdocio de Cristo no posee limitación alguna.
3-Distinto con respecto al tiempo. Él es un sacerdote para siempre. Todos los sacerdotes levíticos murieron. Incluso el sistema sacerdotal aarónico terminó. Sin embargo, Cristo actualmente intercede por los pecadores en el Santuario celestial.
4-Distinto con respecto al juramento. Los otros sacerdotes no fueron hechos sacerdotes por juramento, pero en este caso Dios mismo juró para dar seguridad a la promesa (Heb. 7:20, 21). Ese juramento concede base al sacerdocio del Hijo en contraste con el fundamento legal del sacerdocio levítico.
5-Distinto porque es el fiador de un nuevo pacto. Dice Hebreos 7:22 y 23: “Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto. Y los otros sacerdotes llegaron a ser muchos, debido a que por la muerte no podían continuar; pero éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable”.
Este Sacerdote intercesor es el mismo que nos creó, que nos redimió con su sangre, que persiste en su proyecto salvador, y por eso intercede diaria y permanentemente por nosotros. No necesita ofrecer sacrificios por sí mismo ni tiene que pedir prestada una vida. Él tiene vida propia, y la dio por nosotros.
Un incrédulo pretendía burlarse de una abuela creyente, a quien le hizo una pregunta: “¿Qué significa para ti ser salva?” Ella, con seguridad, respondió: “Para mí significa que Jesús se pone mis zapatos; y yo, los suyos”.
Jesús se puso en nuestro lugar siendo nuestro Sacrificio, nuestra Ofrenda y nuestro Sacerdote. Él murió nuestra muerte para que nosotros vivamos su vida. Se puso nuestros zapatos para que nosotros podamos usar los suyos.