“¿Se acuerda usted de mí?”
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).
“¿Se acuerda usted de mí?” Esa fue la pregunta que Luis le hizo al Pr. Alejandro Bullón, cuando este conocido autor y conferenciante internacional dirigía una serie de charlas en un gimnasio de Porto Alegre, Brasil.
–No me acuerdo de ti –le respondió el pastor.
Luis vestía de manera muy elegante. Pero no siempre había sido así.
–Hace seis años lo vi predicar en este mismo escenario, pero entonces yo era un mendigo que luchaba para poder sobrevivir.
El pastor escuchó a Luis mientras relataba los detalles de su vida pasada: los vicios lo encadenaban, vestía con ropas harapientas y comía los restos de alimentos en la basura.
–Una noche, mientras buscaba un lugar donde dormir, vi que el gimnasio estaba abierto, y que mucha gente entraba. Entonces decidí acercarme. Usted predicaba. Entre otras cosas, dijo: “No importa quién eres, ni cómo está tu vida en este momento, Jesús te ama y dejó todo para venir a buscarte”.
Luis no podía entender cómo Dios podía amar a un mendigo nauseabundo a quien todo mundo rechazaba. Cuando el programa terminó, buscó al Pr. Bullón, pero no le fue posible encontrarlo. Entonces ocurrió lo que Luis calificó como un encuentro providencial.
–Cuando ya me iba, triste, por no poder hablar con usted, vi descender de la plataforma a la joven que había cantado durante el llamado para aceptar a Cristo. Tímidamente, le extendí la mano para saludarla. Para mi sorpresa, se detuvo y me dio un abrazo. Mientras ella me abrazaba, sentí que Dios me perdonaba. De esa experiencia ya hace seis años. Hoy soy una persona feliz porque Jesús me encontró, me perdonó y me transformó (Cristo es la solución, p. 34).
Cuando leo relatos como este, que hablan del poder de Dios para transformar vidas, sin importar cuánto hayan sido golpeadas por el pecado, no puedo evitar preguntarme cómo es que todavía hay gente que no cree que algo similar puede ocurrir en su vida. ¡Para esto vino Jesús! A buscar pecadores, llamarlos al arrepentimiento y hacer de ellos nuevas criaturas.
En este mismo instante, no importa dónde estés, o cuán bajo hayas caído en el pecado, esta es la buena noticia que tengo para ti: eres de gran estima para Dios. Por ti su amado Hijo dio su vida, y hoy él espera entrar en tu corazón. ¿Le abrirás la puerta?
Bendito Jesús, gracias por buscarme y encontrarme. En este momento te abro mi corazón. Por favor, entra, haz de mí una nueva criatura y úsame como un instrumento de bendición para otros.