Posible
“¡Para Dios nada es imposible!” (Luc. 1:37, PDT).
Durante muchos años trabajé coordinando el programa de intercambio cultural de la Escuela Adventista de Stanborough, en Inglaterra. Como recibíamos a cientos de estudiantes brasileños cada año, me acostumbré al portugués. Con el tiempo, me volví capaz de entender todo lo que los alumnos decían (pero, con muchísima picardía, no les confesaba mi habilidad hasta el último día de clases). Invariablemente, en cuanto los alumnos se enteraban de que podía entender portugués, me pedían que también les hablara en portugués. Pero cuando yo intentaba hablar en portugués, los alumnos se despanzurraban de risa. Como todo profesor de idiomas sabe, hay una gran diferencia entre entender una palabra y ser capaz de pronunciarla o usarla correctamente en una oración.
A veces, oímos a otras personas hablar acerca de sus experiencias de fe, e inclusive logramos entender lo que dicen. Sin embargo, cuando la vida nos enfrenta a una situación en la que nosotras mismas tenemos que hablar el lenguaje de la fe, pareciera que nos quedamos sin palabras. “Cuando usamos la lógica en lugar de la fe, [la palabra] ‘imposible’ se convierte en nuestro lenguaje derrotista. […] Cuando decimos que algo es ‘imposible’, no nos permitimos [desarrollar] el diálogo relacional [con Dios] que demostraría lo contrario”, escribe el autor cristiano Graham Cooke, en su artículo “Identity Accelerates the Impossible”. Me gusta esta idea de mantener un diálogo fluido con Dios para desarrollar el lenguaje de la fe. Cuando rotulamos algo como inalcanzable, básicamente evitamos esa conversación (como quien se niega a hablar en una segunda lengua por miedo a pasar vergüenza).
Lo “imposible” no es nada más que una línea limítrofe que demarca el punto donde nuestra capacidad termina y la de Dios continúa. ¡Él no tiene fronteras! “El lenguaje de toda relación es el vocabulario de la confianza”, escribe Cooke. “Dios usa las situaciones de nuestra vida para expandir la terminología del Reino”. ¡Atrévete hoy a practicar el lenguaje de la fe! Usa cada desafío para expandir tu vocabulario y tu fluidez.
Señor, hoy quiero hablar el lenguaje de la fe. ¡Dame tu perspectiva cuando me enfrente a diferentes desafíos! Unge mis labios para que cada palabra que pronuncie demuestre que sirvo a Jehová, el Todopoderoso, el Dios de los ejércitos celestiales. Amén.
Que en mi vida pueda servir para testimonio de mi Salvador porque de repente alguien nos observa sin yo darme cuenta.. que pueda mostrar esa relación que mantenemos!