Martes 16 de Noviembre de 2021 | Matutina para Jóvenes | Memoria de dedos

Martes 16 de Noviembre de 2021 | Matutina para Jóvenes | Memoria de dedos

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Memoria de dedos

“Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro” (Sal. 91:4).

Franz Liszt fue un gran compositor austrohúngaro, un virtuoso pianista y director de orquesta. Entre otras virtudes, se lo conoce por tener manos con gran extensión –algo que le permitía tocar acordes más llenos–, y una técnica inigualable y admirada hasta hoy, pese a su muerte hace más de 130 años.

Él acostumbraba tocar algunas obras de Beethoven; entre ellas, el Claro de luna, conocido por sus arpegios. Hay pasajes que requieren una ejecución demasiado rápida y casi sin mucho análisis en el momento. El doctor Brand comentaba que los impulsos nerviosos no viajan con tanta rapidez como para que el cerebro determine cuándo se tiene que levantar el dedo del medio para que luego el anular lo siga y golpee la siguiente tecla.

Pero al pasar meses de práctica, el cerebro se va programando para que los movimientos se vuelvan actos reflejos subconscientes. A esto se le llama “memoria de dedos” en el mundo de la música.

Jamie Andreas, una guitarrista, explica que esta memoria es la más fuerte, automática y primitiva. Sin embargo, se requiere también de la memoria auditiva y la memoria visual (las otras dos categorías que ella agrega a su lista) para que en momentos de bloqueo u olvido, la música pueda seguir sonando. La memoria auditiva, a diferencia de la memoria de dedos, es más intelectual y consciente.

Pero ¿cómo podemos aplicar esto a nuestra vida espiritual? Quizá ya hiciste una conexión con algunas lecciones y situaciones. Permíteme contarte una experiencia que me ayudó a relacionarlo.

Una tardecita me senté a jugar con el hijo de una amiga, que estaba aprendiendo a leer. Me mostró su colección de plumas y, mientras las pegábamos en un cuaderno, le dije: “Voy a decirte una frase y tienes que decirme quién la dijo. ‘Con sus plumas te cubrirá y debajo de sus alas estarás seguro’ ”. Enseguida me mostró su perfecta sonrisa y con satisfacción dijo: “¡Jesús!” Asentí y le pregunté: “¿Y conoces alguna canción que hable de eso?” Entusiasmadísimo, respondió: “¡Bajo sus alas!”, y comenzó a cantar la letra de memoria. Cantó todas las estrofas a pesar de sus cortos cinco años.

Ojalá hoy puedas pensar en algunas palabras y asociarlas inmediatamente a algún himno o versículo también. Ojalá el hecho de comunicarte con Dios hoy sea un reflejo, sin que por eso deje de ser consciente e intelectual. Ojalá bajo sus alas seguro descanses.

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