Miedo entre hermanos
Jacob sintió mucho miedo. En su angustia, dividió en dos campamentos a la gente que venía con él, lo mismo que a las ovejas. las vacas y los camellos. Génesis 32:7, RVC.
Jacob debe enfrentar a su hermano. La última vez que se habían visto, Esaú lo había amenazado de muerte. La separación de veinte años no había menguado su miedo. Su madre Rebeca no lo había mandado llamar para dejarle saber que Esaú se había calmado (Gén. 27:45). Luego llegó el alarmante informe de que su hermano venía a su encuentro con cuatrocientos hombres armados. Aunque consciente de la compañía de los ángeles (Gén. 32:1), Jacob se llenó de angustia y decidió dividir el grupo.
¿Cómo te sentirías si supieras que estás por encontrarte con aquella persona a la que has engañado, a quien le has quitado su más preciada posesión? ¿Has confesado una infidelidad o engaño después de muchos años? Cuando piensas en alguien que te desea el mal y podría cumplir sus amenazas, ¿cuáles son tus reacciones físicas, emocionales y espirituales? Cuando te angustias, ¿cuáles son tus pensamientos, sentimientos y acciones? Esta era la angustia de Jacob.
La angustia, la desesperación y la preocupación son familiares cercanos: son hijas mayores del miedo. La angustia es un sentimiento limitante para realizar acciones correctas. La preocupación es un sentimiento ineficaz previo a la ocupación. La desesperación produce pensamientos de impotencia que se convierten en sentimientos de terror de que se avecina algo amenazante. El miedo impide pensar con claridad; la víctima manifiesta sudoración fría, visión nublada, temblor de las piernas o todo el cuerpo, taquicardia, respiración entrecortada, palidez de rostro, temblor de los músculos de la cara y voz entrecortada. Esa fue la angustia de Jacob la noche anterior al enfrentamiento con su hermano Esaú. Debía tomar la decisión de enfrentarlo o huir, correr frenéticamente o hacer una pausa para orar.
Su terror le impedía pensar en la compañía angelical y la promesa del pacto hecha por Dios mismo. En estos períodos de temor el enemigo se aprovecha para hacernos sentir débiles, sin valor y sin esperanza.
Afortunadamente el tiempo de angustia no dura por siempre. Jacob decidió confiar a Dios sus miedos y pedir la protección divina. Cualquiera sea tu angustia hoy, antes de correr haz una pausa para orar. Quien no defraudó a Jacob tampoco te desamparará a ti. Lucha como Jacob y dile a Dios: No te soltaré hasta que me bendigas (Gén. 32:26, NVI).
Amén, así sea. No te dejaré. Hasta que me bendigas.
Espectacular ejemplo de lo que describe a estos sentimientos tan aterradores. Yo he sentido miedo y angustia muchas veces y siempre he clamado a Jehova y el me ha escuchado. Dios nos fortalezca siempre 🙏 ♥