Orar, pensar y actuar
“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad” (Filipenses 4:8).
Orar. El apóstol se refiere a la oración, la súplica y la acción de gracias. La oración incluye la adoración a Dios. La súplica es la presentación sincera de nuestros problemas y necesidades. La acción de gracias es una muestra de gratitud. Para adorar se requiere sincero reconocimiento, para suplicar se necesita sumisión y para agradecer se necesita humildad.
Pensar. Los pensamientos incorrectos producen sentimientos incorrectos. Solo Cristo puede llevarnos a pensar de manera correcta. Si sembramos un pensamiento, cosechamos una acción. Si sembramos una acción, cosechamos un hábito. Si sembramos un hábito, cosechamos un carácter.
Pablo nos dice en qué pensar. En todo lo que es verdadero; es decir, lo que se origina en Cristo. En todo lo honesto y justo; es decir, lo que es digno de respeto y correcto. No podemos permitir que mentiras o falta de respeto controlen nuestra mente. En todo lo puro, porque un corazón limpio es el que tiene motivaciones limpias. La acción puede hasta parecer decorosa a la vista, pero el motivo tiene que ser limpio. Ser amable es ser atractivo.
Como cristianos, debemos pensar en lo más elevado y noble del cielo y no en lo más bajo y corrupto de esta Tierra. Si hay virtud alguna, si hay algo digno de alabanza, nos motivará a ser mejores; y si es digno de elogio, es recomendable para el otro.
Actuar. No hay cómo separar lo exterior de lo interior. La mayoría de los frutos que cosechamos son el resultado de las semillas que sembramos y de las plantas que cultivamos. No alcanza con llenar la cabeza con conocimiento; es indispensable practicar, hacer, actuar.
En el pensamiento griego, conocer una silla es poder definir los materiales que la componen. Yo conozco si puedo describir.
En el pensamiento hebreo, conocer una silla solo es posible si nos sentamos en ella y nuestra espalda y nuestro cuerpo encuentran descanso.
Un viejo folleto de una institución secular como la ONU decía: “La oración es la manifestación del amor. Usted puede llegar a cambiar el mundo con sus oraciones y su accionar consecuente”.