La palabra que sana
«El capitán contestó: “Señor, yo no merezco que entres en mi casa; solamente da la orden, y mi criado quedará sano”». Mateo 8: 8
En el poema Padre Nuestro, de Antonio Comas, se expresa la necesidad que tiene el mundo de contar con la presencia de Jesús. En una de sus estrofas dice: «Vuelve hacia nosotros tu mirada augusta, Padre nuestro que estas en los cielos. Vuelve a hacerte hombre, ven para guiarnos, que necesitamos tu divino ejemplo. Por los hombres que se arrastran cual reptiles en el suelo, por los hombres que claudican subastando sus conciencias robándonos a nosotros. Hasta los últimos céntimos, por los hombres que ante el oro se arrodillan servilmente y se olvidan de los otros. Por aquellos que te injurian, por aquellos que te niegan, por aquellos que te hieren… Padre nuestro que estás en los cielos».
Qué maravilloso sería contar con la presencia del Salvador en nuestro medio, pero el texto de hoy nos muestra que tener contacto personal y físico con Jesús no es necesario para el desarrollo de la fe. El centurión confió tanto en el poder sanador del Maestro que le dijo que su presencia no era necesaria en su casa. Él creyó en su poder para sanar a su criado sin tener que verlo ni tocarlo. Se puede tener una experiencia cristiana viva y genuina sin la presencia personal o física de Jesús. Hay un elemento clave en el texto y es que aquel hombre se aferra al poder de la palabra de Jesús, por eso le dice: «Solamente da la orden».
En varios de los milagros de sanación podemos ver a Jesús usando el toque físico y personal. Pero en este caso no hay toque físico, no hay presencia personal, hay una palabra y eso es suficiente. La palabra de Jesús tiene poder para superar toda clase de barreras como la ausencia y la distancia. Aquí podemos ver que su palabra es tan poderosa como su toque. Y así como la palabra hablada en el pasado tuvo el poder de realizar el milagro, hoy la Palabra escrita puede hacer lo mismo en nosotros.
Todos los beneficios que disfrutó la generación que tuvo el privilegio de contar con la presencia física de Cristo están disponibles hoy para esta generación que no cuenta con ese gran privilegio. Están disponibles hoy por medio de su Palabra escrita (ver 1 Corintios 10: 11, NVI). Hoy, el mensaje de @Dios para ti es: «Aférrate a mi Palabra. Dedica tiempo para estudiarla con oración. Experimenta su poder sanador».