Una nación especial
“Si ustedes me obedecen en todo y cumplen mi alianza, serán mi pueblo preferido entre todos los pueblos, pues toda la tierra me pertenece” (Éxodo 19:6).
El Faraón egipcio trató a los israelitas como herramientas de trabajo, como gente sin conocimiento, pobre y condenada a vivir siempre así. Pero Dios los trató como un reino de sacerdotes, un tesoro especial, gente santa. ¡Qué diferencia! Satanás quiere tratarnos como el Faraón trató a Israel; en cambio, Dios quiere para ti lo mismo que planificó para Israel. Cuando Dios dio los Diez Mandamientos desde el Monte Sinaí formalizó su alianza con Israel. Antes de eso, Dios le indicó a Moisés qué esperaba del pueblo para ese solemne día.
Lo primero era que lavaran su ropa. Esto puede parecer sencillo, porque tú tienes en casa jabones para la ropa, jabones para bañarte y agua fría y caliente. Además, tienes varias prendas de vestir en el armario. Sin embargo, en el desierto, Israel no tenía esas ventajas. Era suficiente con que lavaran su ropa. Esas prendas recién lavadas representaban un nuevo comienzo en su vida espiritual: su limpieza exterior destacaba su pureza interna (Éxo. 19:10, 11, 14). Además, la limpieza era una muestra de reverencia. Era un reconocimiento de que estaban delante de alguien superior a cualquier rey terrenal.
El apóstol Pablo enseñó que nosotros debemos vestirnos de misericordia, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia (Col. 3:12). No se trata de esforzarnos por conseguir estas virtudes. Las encontramos todas en una sola persona: Jesús.
La segunda responsabilidad del pueblo fue marcar límites al monte. Solamente Moisés tendría acceso a la montaña. Ninguna persona o animal debía intentar subir. Dios se iba a manifestar mediante el fuego y su voz sería como el sonido del trueno. Con esta orden, el pueblo entendería que Dios es único, tiene autoridad, es el rey del universo; y nosotros somos sus criaturas y debemos obedecer sus órdenes.
Honramos a Dios cuando somos reverentes en los cultos de adoración, cuando respetamos su Palabra, cuando escuchamos atentamente su mensaje y cuando aceptamos su voluntad al obedecer cada día.
como puedo compartirla? pueden ayudarme, gracias