Ovejas y cabritos
«La gente de todas las naciones se reunirá delante de él, y él separará unos de otros, como el pastor separa las ovejas de las cabras». Mateo 25: 32
Cuando Cristo regrese por segunda vez a esta Tierra, habrá solo dos clases de personas: los que estén a su izquierda y los que estén a su derecha. Los cabritos y las ovejas. Un grupo se perderá y el otro grupo será salvo. No habrá posición intermedia. En una oportunidad, fui testigo de una separación muy parecida.
Me encontraba visitando a mis feligreses en un pueblo enclavado en las montañas. Había ido para desarrollar un ciclo de conferencias en el lugar. Al atardecer, mientras preparaba el tema de la noche, pude observar personas uniformadas que comenzaron a llegar desde diferentes direcciones. Eran combatientes de un grupo alzado en armas, venían armados y subían al pueblo por los diferentes lados de la montaña. Al llegar arriba tomaron posiciones y pronto coparon todo el pueblo. Los jóvenes combatientes comenzaron a visitar una por una las casas para avisarnos que a las cuatro de la tarde se llevaría a cabo una reunión en la plaza central del pueblo. La asistencia era obligatoria.
Cuando llegó la hora nos dirigimos hacia la plaza y, al llegar allí, una vez que se completó el grupo, el comandante inició su discurso. Explicó que ellos se establecerían en la zona, protegerían las propiedades de los habitantes y arreglarían los desacuerdos. Prometieron que no tomarían nada de ellos a la fuerza y que cuando necesitaran algo, lo comprarían. Dijeron que no tolerarían malas acciones y entonces hicieron una seria advertencia: allí en la zona solo podrían habitar con libertad las personas que se unieron a ellos y las personas que se unieran a la Iglesia Adventista.
—En este pueblo solo podrás ser de nosotros o adventista, aquí no se puede ser nada más. Así que si alguno no puede ser una de las dos cosas es mejor que se vaya, que desaparezca.
Parece que sus reportes de inteligencia habían demostrado que el estilo de vida adventista resultaba conveniente para la comunidad. Por supuesto, dijeron que el que decidiera ser adventista tenía que ser buen adventista, que no tolerarían cristianos a medias. En aquella zona siempre fue un privilegio ser miembro de la Iglesia Adventista, pero no se podía ser cristiano a medias.
Al final de la historia del mundo, el Señor también separará a sus habitantes en dos grupos. ¿En cuál te encontrarás tú? Hoy @Dios te dice: «Te amo y quiero que me entregues el 100 % de tu vida, no a medias ni fracciones. Te quiero entero para mí».